martes, 4 de julio de 2023

 EDITORIAL: Viaje a lo inmenso del mar

En el poema "Los motivos del lobo" del Poeta Nicaragüense Rubén Darío, hay un verso dónde el lobo exhibe a la soberbia humana que lastima a la naturaleza sólo por diversión, y dice:

Yo he visto más de un cazador, llevando el azor al puño

correr, herir, torturar de las roncas trompas al sordo clamor

a los animalitos de nuestro señor. Y no era por hambre que iban a matar.


En cuanto a la migración humana, generalmente sucede de los países pobres hacia los ricos. Según la revista digital UCM CUDAF de África mencionan los expertos que no es la pobreza la que obliga a huir de su lugar a los migrantes. Las razones que aducen son: 

La causa principal de su huida no es la pobreza ni el hambre, sino el saqueo sistemático de los recursos, tanto naturales como minerales, de los países africanos, por parte de los gobernantes y multinacionales, especialmente Europa y otros grandes poderes financieros, extranjeros y locales.

Un diálogo que justifica el párrafo anterior relata que, en un encuentro entre un europeo y un africano, el sajón pregunta al afro ¿por qué están ustedes aquí?  Y contesta el segundo: porque ustedes están allá.

En México, no es un timbre de orgullo que la principal fuente nacional de ingresos sean los dólares que vienen de nuestros hermanos migrantes, debería ser un espantoso tache de vergüenza que tanto paisano tenga que lanzarse a la aventura y a la suerte. Con lo expresado por Jalife Rhame politólogo internacional, los mexicanos radicados en los Estado Unidos son cerca de 48 millones y de esos, 12 ya tienen derecho a voto dentro del país vecino.

Pero ¿Cuál fue la causa que los empujó a dejar familia, tierra, amigos, tradiciones? No fue la violencia, ni la necesidad de alimento u oportunidades, como se menciona arriba, fueron las fuerzas explotadoras de los bienes nacionales.

La imperiosa necesidad de resolver la vida tanto propia como familiar lleva al humano a pasar por cualquier tipo de dolor y jugársela necesariamente con los riesgos que en muchos casos son desconocidos y en la mayoría conducen a la muerte.

Volviendo al tema internacional, según la BBC del 16 de junio del presente, más 500 migrantes desaparecieron en Grecia al naufragar su embarcación; el diario El País en su nota del día 23 de junio de 2023 asegura de otro hundimiento donde no encuentran a 37 personas; CNN declara el 14 de junio que un barco con más de 700 naufragó y más 78 personas murieron, hubo otros en febrero, otros en enero y así cada mes con transportes sobresaturados venidos desde Libia con destino a Italia o Grecia.

Pero esas notas pasan ya como cotidianas, son cosas que suceden casi a diario y ya no tienen impacto, además los muertos y viajantes son pobres y esa condición les resta importancia.

Ah, pero no se diga de personas que pagaron hasta 250 mil dólares por un asiento en un sumergible insalubre, incómodo e inseguro porque esa noticia si llena las ocho columnas de los diarios, los enunciados de las noticias de televisión, radio y de otros medios. Con ese motivo se movilizaron varias guardias costeras de diferentes países, hubo coordinación internacional, todo mundo estuvo pendiente del desarrollo del rescate ya sea por morbo, por interés humano o desarrollo técnico.

En unos la decisión libre pero obligada por la circunstancia de la vida, en el otro caso por la vanidad de hacer lo que otros no tienen la posibilidad debido al costo de boleto.

Pero en ambos casos la naturaleza se impone, por los africanos el sobrecupo que hace naufragar los barcos y por los millonarios la falta de conocimiento y precaución al abordar un sumergible que implotó como una nuez al ser presionada por un cascanueces por los millones de toneladas de agua. En uno y otro los decesos son desafortunados, pero mientras la muerte tiene dos caras para los pobres que es: el hambre y la violencia; para los ricos les muestra la faz de sólo el poder y la vanidad, porque no era por hambre que iban a viajar.


Moises Zepeda Gomez./ Para Horizontes


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