miércoles, 26 de mayo de 2010

Sayula, domingo por la mañana

"La vagancia ilustra, el trabajo entorpece y el dormir embellece." Gabriel Michel.

Por: Rodrigo Sánchez Sosa.

 Es un domingo, de esos que pese al calor de mayo amanecen frescos, con escarcha de sol colgando del trino de los pájaros y las mangas harapientas de los árboles. Se esmeran los ojos en disfrutar las pinceladas de luz y silencio de tal acuarela. Sayula amanece huérfana de los ruidos cotidianos de la semana, las campanas del santuario llaman a misa con sus roncos sonidos que parecen arrastrarse plácidamente por el trasparente aire que peina las casas, acicalando tinacos y antenas. Muchos duermen aún. Es domingo. Nadie tiene apuro de nada. Los chicharrones en los cazos de cobre a fuego lento, que menean los mozos en las esquinas con largas palas de madera, crepitan impregnando el barrio de su seductor olor, y las señoras hacen fila en la mesa del carnicero esperando que salgan los calmantes: el chicharrón duro, la bandera, las carnitas. Tal vez sea el único apuro visible en las calles. El reloj de la presidencia marca el cuarto para la hora y se escucha perfectamente, al menos en San Miguel, el Santuario, San Lucas, la virgencita, Santa Inés, la cande, y hasta la 27. Ya en el mercado del centro hay actividad, pero el ambiente es relajado, los puesto huelen a menudo, birria de chivo y pozole, a canela o café con alcohol y rompope. Llegan los camiones foráneos, con su carga de pasajeros medio adormilados que reciben con una sonrisa la bocanada de pueblo que les llena los pulmones. Las casas más allá del pavimento, del primer cuadro y las principales vías, amanecen regadas, el olor a tierra mojada da gusto, el patio o el corral con mesas y sillas se visten de fiesta anticipada: papel picado y globos recién inflados; Llega el hielo y el refresco, el camión de la cerveza coronado con los primeros rayos que le retoñan al sol: rojos, naranjas, blancos, bajando desde la sierra del tigre en cascada para inundar los corazones de los madrugadores anfitriones. Salen las cazuelas de barro con tatemado que van rumbo al horno de alguna panadería, tapadas con pencas de maguey. Es domingo de bautismos. A las doce del medio día, el grito de "bolo padrino" de un puñado de niños en el atrio, espantará a la parvada de esos pájaros negros que duermen en los laureles de la india de la plaza de armas y la parroquia de la inmaculada. Los taxistas en la esquina de Juárez y Ávila Camacho, toman café y sueltan la carcajada bromeando entre ellos. El puesto de Don Pablo, a donde llegan todos los periódicos, en la esquina del portal Hidalgo, sacó su bandera de las chivas, la tela ondea con algunas ráfagas de viento, esgrimiendo sin empacho sus colores de la bandera de Francia. Ya algunos clientes leen los diarios y semanarios en silencio, entre sorbos de humeante café contenido en vasos desechables tan blancos como el vapor de humo que se eleva a las vigas de madera del portal. Los claroscuros de la mañana dotan de una apacible solemnidad al jardín principal, que parece una margarita perlada de roció. No tarda en verse pasar a los niños de la liga infantil de futbol, con su mirada encendida, enfundados en sus uniformes; alguno, tal vez, acariciando un balón, piensa en los goles que meterá hoy. Es domingo. Tampoco tarda don Salvador Larios y El Anima´s Bar en sacar equipales y mesas al portal, ofreciéndole al cliente una butaca de primera fila en el parían. Lo mismo los balcones del "bambú" de doña Rosa, pronto abrirán, esperando a sus comensales con su vista privilegiada. Es domingo, día de cortarse el pelo o bolearse el calzado con Don Cuco o Martín Márquez. Es domingo de futbol: para las doce del día, las canchas estarán llenas de aficionados, hombre, mujeres, niños, apoyando a su equipo: Dinamo, Juventud, Independiente, San Sebastián, Leónidas, CROC, SAOP. Bajo los árboles, que los resguardan del fogón del medio día, un grupito se toma un cartón cervezas bien helado, sin perder detalle de lo que pasa en la cancha. Algunas familias, preparan la comida que llevaron para ver el partido. Bajo unas mantas azules, venden duritos, pepinos, naranjas o jícamas con chile. La cancha se ilumina de gritos, balonazos, silbatazos y sonrisas de niños, una pirotecnia de bullicio que trasforma al día en un calidoscopio de colores y euforia. Para entonces ya abrió mi compadre Galindo. Al bar llegamos los mismos de cada domingo, deshidratados, con cefalea y nauseas. Nada que una cerveza con clamato y un menudo o birria con tortillas recién hechas, con su respectivo chile o salsa, no cure. Hoy se juntaron dos generaciones, por lo que la rockola comienza tocando "Haig way to hell" de AC/DC, pasando por Pink Floy, los Doors, Lennon, Rod Stuart y Bob Marley, para luego alternar con José Alfredo, Joaquín Sabina, Pedro Infante, corridos y banda. Hacemos una pausa en la vida, dejamos el escenario de nuestra existencia para convertirnos en espectadores de nuestra propia tragedia, y la ajena, sentados al filo de la barra. El domingo se mete como perrillo juguetón al bar, lo hace sonreír desde sus paredes, desde sus cuadros con maquillaje de polvo y tiempo: fotos de Karim Abdul tirando un gancho a la canasta, la selección varonil de basquetbol de Sayula de 1990, chicas rubias en bikini publicitando cerveza, un anuncio de Bud Buiser de neón que no funciona y Pancho villa rayando el caballo sobre la rockola. El bar es pequeño, pintado de azul y repleto de recuerdos que han amontonado 20 años en sus esquinas y rincones. "Cerati quedó en coma…" alguien comenta… "¿quién es Cerati?" alguien pregunta…Gustavo Cerati canta en la rockola del bar: "Lisa tiene un amor de ultra mar, brilla en la oscuridad…manta raya enséñame más, tu habilidad de nadar…" Es domingo por la mañana en Sayula. 



3 comentarios:

  1. jose luis santana27 de mayo de 2010, 12:36

    orale creo que no se puede alejar nuestra vida de las vdas de los demas al contemplar la mañana de un domingo caluroso de este sayula de contrastes tan vivos como los propios rayos del sol que en este texto nos compartes.
    salud rodrigo estamos pendientes de que la vida sea mas venigna? a pesar de lo que aun no sabemos: si vale la pena seguir viviendo.

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  2. Tengo casi dos años fuera de sayula y con tu relato me senti por un momento alla. Chido! Saludos Rodrigo que onda con Los pericos perros?

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  3. Que bonitos comentarios, los que nos encontramos por alguna causa (Trabajo) fuera de Sayula estrañamos esos Domingos.
    Animo Rodrigo compañero de la primaria sigue adelante.

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