miércoles, 27 de abril de 2011




Monólogos de una mujer desnuda en Guadalajara

Lizeth Sevilla

En el presente que no te incluye, trazo líneas de tu cara
con el humo del cigarro, te salvo de la abstinencia,
de no imaginarte… del olvido.

Monólogo de una mujer desnuda. Lizeth Sevilla

Salir de las propias trincheras a presentar un libro que durante cuatro años se estuvo trabajando implica renunciar a diversos prejuicios, hacerse humilde y comenzar a tocar puertas por la propia mano.
Eso y muchas experiencias más implicaron presentar Monólogo de una mujer desnuda en Guadalajara, en el lugar que el colectivo la Pulquimia designó hace cuatro años también para reivindicar el pulque, significó mucho por la conexión que tengo con estos movimientos en los que se retoman nuestras tradiciones. Había platicado con los muchachos, Aldo y Jacinto hacía, que forman parte de la Pulkata unas semanas antes de la fecha prevista para presentar el poemario. La filosofía radicaba en dejar que fluyeran las ideas, que llegara la gente, que se conectara con el ambiente y comenzar a leer poesía.
El asunto fue sumamente interesante, llegué a la ciudad un lunes con la consigna de buscarle espacios al poemario, toqué y toqué puertas, hablé con los considerados todos poderosos o los que erróneamente creí en algún momento de esa manera. Hubo puertas que no se abrieron, que fue difícil conquistar, sin embargo, las cosas comenzaron a fluir. El poemario pudo ser acomodado en el centro cultural LARBA y en pequeñas librerías de viejos amigos.
Llegó repentinamente el miércoles, caminé desde Juárez hasta el Santuario, el barrio en el que se encontraba la pulquería en la que yo me presentaría. Un viejo amigo recorrió las calles conmigo, conocimos en el trayecto la historia del poeta del barrio, el señor que recorría la ciudad en su bicicleta para ver un partido de las chivas; conocimos la historia de la mujer que tenía aproximadamente 30 años vendiéndole su cuerpo, momentáneamente a los que pasaran, con la consigna de que les daba amor, solamente amor. Impregnada de estas historias, llegué por fin al lugar, y como lo había previsto Jacinto y Aldo, optamos por dejar que fluyera la noche, prepararon curados de avena y platicamos de diversas cuestiones que encontramos en común. Se dice que llegarle al corazón a un público selecto de Guadalajara no es cosa sencilla, pero aquella noche, se planeaba una presentación fuera de lo común.
Comenzaron a llegar personas, algunas conocidas, algunas guiadas por los mensajes en las redes sociales, entró un fotógrafo perdido del Mural y se quedó a platicar un instante. Había gente que me había leído en alguna revista, en el periódico o que simplemente seguía mis hazañas activistas -así lo dijeron- y también había personas que inadvertidas solo iban por pulque o aguamiel. También llegaron los que descorazonados buscaban un espacio de quietud para desentrañarse de los dolores del alma, los artistas retirados, uno que otro poeta viejo y consolidado, finalmente, por la puerta principal, entraron los del mariachi tradicional Los Choznos, que armados con violines, guitarras y arpa se disponían a compartir unas cuantas horas en compañía de los Monólogos de una mujer desnuda que yo quería compartir hacía tiempo en pueblos o ciudades que no fueran el mío, el de siempre. Se llegó la hora, y de un modo sencillo, sin micrófono, comenzamos a platicar acerca del libro, Aldo, uno de los jóvenes del colectivo, hizo una introducción incitando a que se leyera poesía más que hablar de una trayectoria de una escritora que pretendía tocar puertas en un lugar que no fuera su tierra de grandes artistas.
Leí efusiva mis monólogos y poco a poco las personas comenzaron a involucrarse, leyendo poemas que consideraron, les llegaba a alguna zona del alma, interactuando con los sones que Los Choznos tocaban para descansar la garganta. En algún momento de la noche, el ambiente estalló en euforia y terminé en el escenario, zapateando con las mujeres uno de los sones que tocaba el mariachi tradicional.
Aquel encuentro de pulqueros, poetas, fotógrafos y nostálgicos culminó con la promesa de regresar. Monólogos de una mujer desnuda terminó viajando a la tierra de cada uno de ellos y fueron leídos los poemas en un ambiente de complicidad y buena vibra.

2 comentarios:

  1. Donde andabas muchacha I miss you plenty, a lot , and much more . Te estamos esperando cada semana do not let us hang .
    I hope see your article soon. if you can at least
    weekly OK?

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  2. muchas felicidades liz., tu abuelo seguramente estara muy orgulloso d ti. la veerdad, has llegado muy lejos.

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