jueves, 22 de marzo de 2012


Literatura y cocina
Lizeth Sevilla

La cebolla tiene que estar finamente picada. Les sugiero ponerse un pequeño trozo de cebolla en la mollera con el fin de evitar el molesto lagrimeo que se produce cuando uno la está cortando. Lo malo de llorar cuando uno pica cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza como quien dice, se pica y ya no puede parar. 
Laura Esquivel. Como agua para chocolate.

Hace algunos meses, vagando por una librería en Guadalajara, me encontré con un libro que a simple vista me pareció inusual viniendo de su autor. Decía "Cocina Mexicana" por Socorro y Fernando del Paso. No advertí que don Fernando hubiera escrito un libro sobre cocina, antes de comprarlo me cuestioné mucho sobre cómo abordaría un escritor como él la cocina desde su postura de literato. Lo que inició siendo un descubrimiento lúdico, pronto se convirtió en un vicio y busqué cuantos libros fueran posibles relacionados con la cocina y la literatura. Fernando del Paso, en el libro que escribió con su esposa Socorro mientras estuvieron en Paris, describe cómo los alimentos toman diversos significados para cada grupo cultural y hace uso de las imágenes literarias para contar cómo es que a través del tiempo cambiaron las nociones de los alimentos. Por ejemplo, lo que ahora conocemos como Pozole significa el platillo que en la antigüedad eran los restos de los guerreros adolescentes caídos en la batalla, dejando clara la herencia antropofágica de nuestros antepasados y no por ello un crimen, sino una noción de cómo las sociedades evolucionan. Lo que para la India comer vaca es considerado una falta de respeto, para México es parte de la dieta cotidiana. Los alimentos cuentan las historias de los pueblos, y dicen en estos libros que me he encontrado, que cada pueblo tiene el mal que su comida le provee, pero la naturaleza lo dota de las hierbas necesarias para curarse.
De este modo, comer no solamente es un acto biológico y necesario para el funcionamiento de los organismos, sino que comer implica un acto religioso, un acto político y un acto social en todos sus ámbitos. Algunos grupos humanos no comen carne en ciertas épocas por su religión, otros prefieren ir a comer a las tiendas de autoservicio dejando clara su postura política frente a los alimentos que se elijen, otros más preferirán consumir aquellos alimentos que ellos mismos cosechen de su tierra y cada una de estas acciones dice mucho de la relación que tenemos las personas con los alimentos y el lugar que tienen estos en nuestro contexto. En todos los actos sociales están presentes los alimentos, los barrios se unen en tiempos de fiesta con un pozole, un atole o una olla de tamales; cada inicio de una etapa la festejamos con un platillo e incluso, nos vamos de este mundo con ofrendas y en tanto tenemos un cuerpo tendido ofrecemos a los acompañantes café o galletas. Comer es sin duda un suceso que por antonomasia ha significado el objeto de estudio para muchos científicos de las áreas sociales y biológicas e incluso parece que comer también resultó importante para muchos escritores que dedicaron sus esfuerzos en capítulos completos de sus textos o la obra completa relacionada con la alimentación. Por mencionar algunas obras, está la famosa obra de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, la Historia Gastronómica de México de Salvador Novo y una crónica impresionante de Jacques Paire llamada De Caracoles y escamoles. Otros escritores también hicieron mención del arte culinario, por ejemplo Italo Calvino y Alfonso Reyes. Con seguridad, si nos diéramos una tarde completa para recordar los títulos que hemos leído y refieren a la comida o a un alimento especifico no nos alcanzaría el tiempo o las páginas para reseñarlo. Pero por fortuna dicen que hay más tiempo que vida y en algún momento podremos leer algunos volúmenes de los ya mencionados. Ponerse una cebolla en la cabeza, que una sola persona menee el atole porque si no se corta, la raspa del mezontle del maguey para sacar el aguamiel entre otros consejos que abuelas y abuelos nos dejaron claro y ahora nosotros, probablemente lo relegamos a nuestros hijos o conocidos, como si contáramos cuentos, como si contáramos leyendas que no queremos que perezcan en el olvido.

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