jueves, 19 de julio de 2012


ANESTESIA  Emocional
Por el psicólogo Arturo Fregoso Flores
¡Acérquese! Aquí andamos otra vez en este espacio que es alimento para el ánimo del escritor.
En esta ocasión con el favor de su atención el tema a tratar es: "LA PARANOIA".
Los paranoicos, esos personajes algo raros y hasta pintorescos que pululan por la sociedad relativamente adaptados y aceptados mientras no ocasionen problemas a los demás, se caracterizan por su desconfianza sistemática, su resentimiento y su cautela excesiva frente a un mundo que perciben como hostil. Sin embargo argumentan coherentemente y se explican con una lógica implacable.
La característica esencial del trastorno paranoide de la personalidad es un patrón de desconfianza y suspicacia general hacia los otros, de forma que las intenciones de éstos son interpretadas como maliciosas. Este patrón empieza al principio de la edad adulta y aparece en diversos contextos.
Los individuos con este trastorno dan por hecho que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar, aunque no tengan prueba alguna que apoye estas previsiones. Con pocas o ninguna prueba, tienen base suficiente para sospechar que los demás están tramando algún complot en su contra y que pueden ser atacados en cualquier momento, de repente y sin ninguna razón.
Frecuentemente, sin que haya prueba objetiva de ello, sienten que han sido ofendidos profunda e irreversiblemente por otra persona o personas. Están preocupados por dudas no justificadas acerca de la lealtad o la fidelidad de sus amigos y socios, cuyos actos son escrutados minuciosamente en busca de pruebas de intenciones hostiles. Cualquier desviación que perciban en la fidelidad o la lealtad sirve como prueba a sus suposiciones. Cuando algún amigo o socio se muestra leal con ellos, están tan sorprendidos, que no pueden tener confianza o creer en él. Si se encuentran con problemas, piensan que lo que van a hacer sus amigos o socios es atacarles o ignorarles.
Las personas con este trastorno son reacias a confiar o intimar con los demás, porque temen que la información que compartan sea utilizada en su contra. Pueden negarse a contestar preguntas personales diciendo que esa información no es asunto de los demás. En las observaciones o los hechos más inocentes vislumbran significados ocultos que son degradantes o amenazantes. Por ejemplo, una persona con este trastorno puede malinterpretar un error de un dependiente de una tienda como un intento deliberado de no dar bien el cambio o puede ver una observación humorística de un compañero de trabajo como si fuera un ataque. Los halagos son frecuentemente malinterpretados (por ejemplo: un elogio de algo que acaban de comprar puede malinterpretarse como una crítica por ser egoísta; un halago por algún logro se malinterpreta como un intento de coartar una actuación mejor). Pueden ver una oferta de ayuda como una crítica en el sentido de que no lo están haciendo suficientemente bien ellos solos.
Los individuos con este trastorno suelen albergar rencores y son incapaces de olvidar los insultos, injurias o desprecios de que creen haber sido objeto. El menor desprecio provoca una gran hostilidad, que persiste durante mucho tiempo. Puesto que siempre están pendientes de las malas intenciones de los demás, sienten a menudo que su persona o su reputación han sido atacadas o que se les ha mostrado desconsideración de alguna otra manera. Contraatacan con rapidez y reaccionan con ira ante los ultrajes que perciben.
Las personas con este trastorno pueden ser patológicamente celosas, sospechando a menudo que su cónyuge o su pareja les es infiel sin tener una justificación adecuada. Pueden reunir pruebas triviales y circunstanciales para confirmar sus sospechas, quieren mantener un control total sobre las personas con las que tienen relaciones íntimas para evitar ser traicionados y constantemente pueden hacer preguntas y cuestionar los movimientos, los actos, las intenciones y la fidelidad del cónyuge o la pareja.
Tratamiento de la paranoia
Para dar el tratamiento, se debe considerar si la paranoia puede ser de peligro para la integridad de la persona o de quienes la rodean, ya que en un momento dado puede decidirse por hospitalizarlo para que reciba el tratamiento adecuado.
Entre los medicamentos recomendados están los antipsicóticos, que se administran en dosis que irán en aumento durante seis semanas, recurriendo a varios de ellos en caso de que alguno no funcione. Por regla general, los pacientes que responden a estos medicamentos pueden mantenerse estables con una terapia prolongada y en menor dosis.
La psicoterapia tiene éxito sólo si el paciente considera al psicólogo como una ayuda, ya que el razonamiento es difícil para una persona paranoide quien puede pensar que el médico es su enemigo y desea dañarlo.
Otros miembros de la familia pueden participar en la terapia, pero sólo si el paciente reconoce que el único objetivo es ayudarlo. Cuando la psicoterapia surte efecto, la persona aprende a encontrar situaciones que fortalecen su autoestima y a evitar aquellas con posibilidades de consolidar sus delirios.
Entre las terapias alternativas que pueden ayudar están: la danza, el psicodrama, la meditación y la terapia con mascotas. Estas proporcionan relajación, confianza y permiten la visualización interior para poder reflexionar e identificar el origen de los temores.
Agradezco el favor de su atención y sigo recibiendo sus opiniones en mi correo electrónico arturo_fregoso@hotmail.com.
Recuerden algo… Si la única herramienta que tienen es un martillo, piensen que cada problema que surge es un clavo. ¡Atrévanse a soñar!, confíen en ustedes y ¡hagan que las cosas sucedan!

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