jueves, 3 de abril de 2014

   El escenario del Sur de Jalisco en la novela de Juan Rulfo (Parte 1)
Por Federico Estrada Valera
Cronista de Sayula
Conocer a un escritor y conocer su obra literaria, lleva con frecuencia al deseo de saber más de la vida del autor, de su entorno y de cómo fue posible la realización de su obra; más aún, como en el caso de Juan Rulfo, en que existen muchas incógnitas o por lo menos no hay claridad de ciertas etapas de su vida.
    Estas líneas pretenden poner a disposición de los lectores, algunos elementos inadvertidos por muchos, pero que necesariamente influyeron de alguna forma en la obra de Juan Rulfo.
El Sur de Jalisco esde suyo, un escenario diferente al resto del país, por varios siglos separado del centro, por la ausencia de vías de comunicación confiables o intransitables en tiempos de aguas; sin embargo, desde la època prehispánica el Sur de Jalisco estaba integrado a la costa por el comercio y explotación de sal que se extraía de las lagunas de Zacoalco, Sayula y que era llevada hasta los dominios del Rey Colimán y a los del Rey Caltzontzin de Michoacán.
   El paisaje sureño no solamente es de una variedad notoria sino que contiene una diversidad climática única, por los micro-climas que afloran en la montaña, el llano, la barranca y la costa; casos hay como Tonila, cerca del Volcán de Colima, en los que por la parte que mira hacia la costa, recibe una corriente permanente de vientos húmedos y cálidos que de manera revolvente chocan una y otra vez con el enorme muro volcánico y esparcen esa humedad en las colinas y llanadas de Tonila hasta Comala, con lo que la vegetaciòn crece esplédida y pródiga en la que se aprecian paisajes no sólo raros sino insólitos cuando crecen mangos y otras frutas tropicales junto a los pinos y cedros en poblados como «El Fresnal» o Cofradía.
    Esta región, inhóspita y agreste fue para los conquistadores y colonizadores -de las primeras-, luego de derrotar a los aztecas en 1521, en ser exploradas por órdenes directas de  Hernán Cortés, la prospecciòn tenía valores obejetivos: la búsqueda del camino más corto para acceder al mar del sur (Oceano Pacífico),luego la viva inquietud de encontrar minas de oro y nuevos pueblos o señoríos que someter a la autoridad de la monarquía española.
    La orografía del Occidente, en particular del Sur de Jalisco, ofreciò a los exploradores hispanos, una gran resistencia natural conformada por las dos cordilleras principales que circundan a los grandes volcanes, el de fuego y el nevado, el valle, que inicia desde Acatlán de Juárez, se prolonga en Zacoalco, continúa en Sayula y Zapotlán el Grande y accede por derivaciones diversas hasta «el gran llano» que une al Sur de Jalisco con Colima, a esta oarte del llano se le ha dado en llamar «El Llano en Llamas» como un referente desde que Juan Rulfo le llamó así.
   Un factor a menudo olvidado en la definición del carácter de las personas de un determinado lugar o región, es el sentido de amplitud, los grandes llanos, las sierras o la sensación de profundidad cuando en la montaña se domina con la vista la inmensidad de la distancia de los valles, lagos o caseríos; las personasque siempre han vivido en las ciudades carecen del sentido de amplitud acostumbrados a mirar sólo distancias breves,inmediatas o muy cercanas, recuerdo haberme sorprendido alguna vez que, cuando era joven, bajando de una sierra, pregunté a un arriero en cuánto tiempo llegaría a cierto poblado, entonces el arriero primero volteó hacia atrás a la parte de la cima de la sierra, luego miró hacia el lejano camino que serpenteaba cientos de metros abajo y a muchos kilómetros de distancia, en pocas palabras me dijo que si me apuraba llegaría en cosa de dos horas, pero mojado, porque en media hora empezaría a llover, señaló a lo lejos del camino y dijo que si veía yo a los jinetes que se aproximaban y señaló a un punto en el que no disntiguí nada, sólo acerté a ver dos o tres remolinos a cinco o quizás a diez kilómetros, ¿Todavía no los mira joven?, allá entre esos dos remolinois, ¿no ve usted la polvareda?. Yo únicamente percibí algo como un ligero humo de cigarro, tan tenue que nunca pensé que eran unos jinetes, ¡esa es la recua de mi compadre Celedonio!, dijo el arriero, y son 12 mulas y tres jinetes, quieren llegar al mesón antes de que caiga el aguacero; todavía pasaron diez o quince minutos para que apreciara yo que efectivamente eran los jinetes y las mulas. (Continuará).

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