lunes, 28 de noviembre de 2016

  Tenemos con qué responder

Ante los desplantes racistas del repulsivo simio amarillo Donald Trump, tenemos opciones de respuesta inmediata y contundente si es que intenta cumplir su consigna de deportar a nuestros paisanos. Si algo temen los gringos es el boicot a sus empresas. Podemos comenzar no consumiendo sus nocivos alimentos chatarra, como esos dañinos refrescos negros: coca y pepsi, entre muchos otros. Sólo beneficios a nuestra salud obtendremos al hacer eso.
Habrá quien salga con el argumento de que si boicoteamos se generará desempleo, pero mucho más grave es permitir cualquier agresión a los inmigrantes latinos. Ya desde el mismo instante en que se declaró triunfador a este depravado sujeto, muchas personas decidieron no viajar ni en plan turístico al imperio, mucho menos a buscar empleo. Eso ya se está resintiendo en aquellos lares, por ello es que el marranete ha hecho algunos llamados conciliadores que no han tenido ningún eco. El sábado 11 las manifestaciones de rechazo crecieron desmesuradamente en muchas ciudades, como no se había visto nunca en E.U. en contra de un presidente electo.
Debemos dejar muy clara nuestra capacidad de respuesta, hacer que se la piensen dos veces los buitres gringos antes de iniciar las deportaciones. Ya sabemos que en nuestro país, gobernado todavía, inexplicablemente, por un bellaco malnacido, un vil sujeto que nos ha arruinado en todos sentidos, nuestros compatriotas no encontrarían ninguna oportunidad de empleo digno.
Por ello, por elemental dignidad, estemos listos para responder al unísono y darle a al enemigo donde más le duele. Podemos hacerlo sin disparar un arma, sin ejercer ninguna violencia, sin correr ningún riesgo, sólo tenemos que consumir de manera inteligente y premeditada, suprimiendo los productos gringos. Si deportan, si no nos compran, sabremos aguantar más que ellos. Siempre, ante cualquier adversidad, es más vulnerable un rico que un pobre. Quienes estamos acostumbrados a los frijoles, no nos importará mucho si mañana sólo hay quelites, verdolagas y romeritos. Somos mucho más resistentes a la pobreza que un rico acostumbrado a vivir entre algodones y manjares.
El sueño americano sólo consiste en darse licencia para dilapidar el planeta, hacerse de goces materiales sin límite, nadar en albercas de caramelo. No hay allí nada espiritual. Gringolandia es en gran manera, con excepción muy escasa de notables científicos y artistas, un país de desenfreno y locura, de depravación absoluta, donde uno de los mejores negocios actuales consiste en entrenar perros y otros animales para que sirvan de amantes a personas solas o pervertidas, entre otras muchas porquerías que allá se practican y se promueven. No hay nada edificante en esa vida que busca saciar su vacío con un consumismo desenfrenado que está agobiando el planeta. Solito gringolandia consume más del 30 por ciento de la energía mundial.
De hecho, todo el mundo está reaccionando en contra como no se lo esperaban quienes ignominiosamente votaron por Trump. No obstante, el lado positivo de que este individuo ególatra haya llegado al poder es que puede hacer posible en nosotros una reacción hacia la solidaridad que nos hace mucha falta. A lo mejor los arrebatos y acciones del sujeto nos despiertan lo suficiente para que de una vez, de pasadita, nos sacudamos la pandilla de ladrones enquistada en todos los puestos públicos de nuestro país. A lo mejor aprendemos a ser personas realmente respetuosas de nosotros mismos y ya no tolerar a ningún político sinvergüenza. (Juan Manuel Chávez Brambila)

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