domingo, 8 de enero de 2017

¿Qué Rulfo negó a Sayula? No, negó a esa sociedad déspota, clasista y caciquil.
                          Por: Mtro. Miguel Aceves Gómez.

Hay pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco de su aire viejo y entumido, pobre y flaco como todo lo viejo.
-Juan Rulfo, Pedro Páramo.
¿Acaso a una mente genial de la literatura universal, le afecta la crítica mediocre y limitada de algunas voces que hoy son ceniza de aquel fuego inquisitorio, fanático y terrateniente, que viven añorando el poder que se les fue? Si el propio sistema de gobierno poderoso -y casi absoluto- de aquella "dictadura perfecta" (Vargas Llosa) también quiso callar a Rulfo cuando recordó la frase de Obregón, aquella del cañonazo de los cincuenta mil pesos que tampoco pudo silenciarlo. Rulfo continuó con su mundo literario. Con la libertad que da el talento y la pluma para plasmar las obras geniales de la literatura.
Mientras el conglomerado de países de todas las latitudes reconoce la obra rulfiana, y le rinde honores que corresponde a los grandes de la literatura, aquí en Sayula se le regatea, se le condiciona el rendir un homenaje, el construir un recinto para perpetuar su memoria y la grandeza de su obra de parte de algunos personajes que cuestionan su origen, y algunos otros, que vierten su rencor heredado y tardío por la obra rulfiana que desnudó ante el país y el mundo entero la explotación, la miseria; la sumisión que sufría ese México campesino en manos de hacendados.
Pero lo imperdonable, lo inaceptable, lo inverosímil, sería que los que tienen el poder y las riendas del municipio, en especial la máxima autoridad a quien el pueblo le dio su voto, su confianza y el poder para gobernar y decidir en bien de la comunidad, se arrodillara, se doblegara, se rebajara y claudicara en detrimento de una obra, de un proyecto, de un evento, etcétera, para la conmemoración del centenario del escritor jalisciense Juan Rulfo en el año 2017.
Un estadista, un gobernante capaz, de principios y carácter no se doblega ni arrastra ante la crítica mediática, partidista y mercenaria, y menos; ante la prepotencia, la arrogancia y el racismo de una burguesía decadente y clasista que antepone sus intereses antes que el bien al municipio y a la sociedad.
El tiempo sigue su marcha. El reloj de la intolerancia, de la descalificación, la censura, las prohibiciones, y las intromisiones de algunos "iluminados" crean barreras para el desarrollo armónico del municipio que en esencia, es libre y soberano con una autoridad autónoma en pro de la promoción y la grandeza de Sayula.


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