domingo, 6 de agosto de 2017

    LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa

                    El día del temblor, 1985
Ese día se me hizo tarde para ir a la escuela, me dormí. Cuando intenté bajar las escaleras de mi casa, comenzó. Oí a la gente en el negocio de mi padre gritar: "¡está temblando don Tilo!..." Mi mamá intentó subir las escaleras, pero estas se movían como una cuerda guanga amarrada a la quilla de un barco que se meciera en un mar muy agitado. Yo quería bajar y mi madre subir, y no hacíamos más que vernos con los ojos llenos de angustia. "¡Los niños!" me gritó mi madre y me acorde de mis hermanos todavía en sus camas, corrí como puede porque el suelo parecía cama de agua. Lo saqué a todos, y mi madre mientras, a media escalera, luchaba por subir al segundo piso. Busqué, según yo, los muros más resistentes bajo el patio del segundo piso, pensé en el baño de abajo, de paredes estrechas y gruesas y me paré cerca de su tragaluz con la bola de chiquillos abrazados a mis piernas, mientras intentaba mantener el equilibrio. Aquello no se acababa nunca, los muros crujían y el tinaco tiraba agua por un lado y por otro, como si alguien lo inclinara hacia el sur y luego hacia el norte en un jaloneo sin sentido. Mi madre no subía. Por fin terminó, se veían nubes de polvo sobre Sayula, a lo lejos, se oían las sirenas. Finalmente, mi madre subió, despeinada y con los ojos muy abiertos, nos jaló a todos sin decir nada y salimos a la calle donde parecía que había fiesta, todos los vecinos estaban en la calle y aquello era un mar de murmullos y llantos ahogados. Mi hermana estaba parada justo debajo de la torre que se cayó en Ciudad Guzmán, la de catedral, esperando el camión que la llevaba a la Prepa. A los de la prepa de Sayula los mandaban allá a recibir parte de las clases. Entraba a las siete y el camión se había retrasado, pasó a las siete 10, se salvó por casi nada de que le cayera encima el campanario de la catedral. En Sayula se cayeron algunas casas, como la tienda de la "Chata" en la esquina de Juárez y Daniel Larios, se cuarterón los portales y la Parroquia (para variar); pero no pasó a mayores, que yo recuerde. "México se acabó" salió gritando un vecino, "México se acabó, están diciendo en la tele", y todo volvimos a ver la tele a nuestras casas y a llamar a la familia para ver cómo estaban. Mi madre nos dio migajón de pan y no nos dejó tomar agua, para que no nos hiciera daño, ella decía que podíamos volvernos diabéticos. La tele no servía, se cayó la antena con el temblor (no existía el cable entonces), pero en el radio de los trabajadores de mi papá, escuchamos la tragedia en la ciudad de México; y luego de lo que pasó en Ciudad Guzmán. El temblor había destruido la ciudad de México... ¿Y mi hermana? por alguna razón creímos que estaba en la prepa de Sayula y no nos preocupó. Hasta que, no sé cómo hizo para volver. Nos contó cómo después de tomar el camión rumbo a la prepa, veía cómo caían las casas una tras otra por las calles de Ciudad Guzmán, gente que salía entre los escombros cubierta de polvo casi desnudos y ensangrentados, de la señora a la que la cabecera de su cama le salvó la vida al detener una viga de madera que caía sobre su cabeza, contaba que los miraba con los ojos desorbitados desde su cama, cubierta de tejas y ladrillos, ellos desde el camión la miraban impotentes, la puerta del mismo estaba trabada. Nadie sabía exactamente qué estaba pasado, nos decía, todo era confusión llanto y gente caminando como desconectada de la realdad, incrédula de lo que vivían. Cuenta que se escuchaba gritar "Sálvanos señor San José, nos estamos acabando" . Nos platicó, cómo le rogó a un chofer de "Flecha amarilla" que iba a Guadalajara, que la dejara subir bajándola en el crucero de Sayula, fue el único camión que salió a esa hora de aquel caos, ella creyó que encontraría Sayula tan o más destruida que Zapotlán, y que seguramente, algo nos había pasado a nosotros; afortunadamente, no fue así.  Yo recuerdo que se sentía en el aire la tensión de todo el país, nadie sabía que estaba pasando, parecía como si México hubiera sido bombardeado y su gobierno hubiera desparecido; día y noche durante una semana se trasmitieron las imágenes de la gente escarbado entre toneladas de escombros en busca de sobrevivientes.
La gente en esos lugares siniestrados se organizó para ayudarse entre ellas, porque el Estado mexicano estaba colapsado, superado por la emergencia. Los ciudadanos mostraron de lo que estaban hechos, las personas sin distinción de clases sociales, ayudaban en las maniobras de rescate y uno podía ver a un chavo de la calle abrazando a otro de clase media, festejando que se había rescatado a alguien con vida. Bebés de un hospital de la ciudad de México, fueron rescatados por las personas que hacían cadenas humanas para retirar los escombros de los edificios a mano limpia. Nadie los convocó, no hicieron falta discursos moralizantes, ni lideres demagogos para llamar a la solidaridad espontáneamente, la gente se apoyó mutuamente, sin clases sociales, ni distinción genética, ni académica. La foto de Placido Domingo, el famoso tenor mexico-español, entre los escombros, como uno más ayudando en las labores de rescate en la ciudad de México, le dio la vuelta al mundo.
En Sayula y todo el sur de Jalisco se hicieron colectas de vivieres para ayudar a Zapotlán, Un grupo de adolescentes de Sayula, nos organizamos para ir a un concierto de Rock en Guadalajara, cuyas entradas serían destinadas a los damnificados del temblor en el Sur de Jalisco. El concierto se llevó a cabo en el Estadio Tecnológico de la U de G. Tocaron los grupos Dugs Dugs, Mind Nigth, Spaiders, La Solemnidad y Tocho Pilatos.
México olvidó sus diferencias, sus prejuicios sociales y raciales y se unió para ayudar a su gente. Como en 1994, cuando se levantó el EZLN, y se dio el enfrentamiento del ejército mexicano con los alzados, con una gran mortandad de civiles. Decenas de miles de personas, se volcaron al Zócalo de la ciudad de México a pedir, bajo el lema "Alto a la guerra contra nuestros hermanos indígenas" se parara la masacre. El gobierno de Carlos de Salinas de Gortari no se esperaba esa reacción del pueblo de México y tuvo que negociar un alto al fuego, contra su voluntad. Los antecedentes de nuestra solidaridad frente a situaciones graves, nuestra coherencia como pueblo se muestra en estas acciones conjuntas, espontaneas, nobles y legítimas. Somos un pueblo que en cualquier momento puede despertar, y terminar con esta situación vergonzante que vivimos, no desde la frivolidad de líderes iluminados, a-políticos  y oportunistas; ni abanderados por partidos políticos o Iglesias; sino desde nuestra identidad. Ese mismo pueblo que les arrebató el petróleo a los extranjeros en tiempos de general Cárdenas, el que se alzó contra el abuso de la dictadura porfirista de 1910, el mismo pueblo heroico que cien años antes, se levantara contra la corona española para luchar por su independencia, el mismo que protegió a Benito Juárez y combatió a Maximiliano, a los franceses y a los gringos en 1847.
Los que tenemos el tiempo de vida para recordar los últimos acontecimientos históricos, sabemos cómo reacciona el pueblo mexicano ante situaciones extremas, como en las que vivimos hoy. No es necesario forzarlo a un movimiento, reconoce los engaños y de nada sirve tratar de cooptarlo para aprovecharse de él. Aún no despierta el gigante dormido que es el pueblo de México, y aunque algunos digan que si, aún no se ve la espontaneidad del 1985, ni la de 1984. Cuando lo haga, todas las apariencias se verán muy rebasadas por este poder que se manifiesta contundente y avasallador. Como lo recordamos los que experimentamos sus historias.
El 2018, se acerca y el temor de los poderosos es que los infiernitos que crean no puedan contener lo que se avecina en una manifestación espontánea de ese poder del pueblo mexicano. No nos engañemos, esa fuerza se manifiesta ciega y contundente, y apenas estamos en un preludio que adivina su presencia en una expectativa densa que la intuye; como en 1985, el gobierno será rebasado, si se da, y la gente en México se organizará para remover los escombros del país que están dejando los criminales y corruptos hoy. Un día despertaremos con un gran temblor social, luego del cual ya nada será igual para los hoy poderosos, intocables, impunes y señores del miedo y la guerra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario