martes, 13 de febrero de 2018

Especial para Horizontes...
Testimonio popular de la historia del
Carnaval de Sayula
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

Los testimonios orales de primera mano, de sayulenses y vecinos del municipio, en la primera etapa del carnaval 1917-1948, como es lógico suponer a 101 años, son pocos. Los siguientes son testimonios de personas que vivieron   los últimos años de ese tiempo y primeros del siguiente periodo 1948-1969:

Juana Sosa Enciso 78 años. Originaria de la Unión de Guadalupe municipio de Atoyac. 
"Mi papá (José Sosa Sosa) nos contaba que bajaban ellos de la Unión (la Unión de Guadalupe, municipio de Atoyac) al Carnaval de Sayula con mis tías. Ellos venían con ceñidor, de calzón blanco, ellas con unos vestidos largos de cuello alto y botas. Se ponía bonito, muchos puestos de ventas, música de mariachi; en las calles había música, y ellos se ponían a bailar en las calles, no más entrando a Sayula. Ellos, y mis tías, decía mi papá, se ponían a bailar con la gente, y el mariachi toque y toque. Decía él que era muy bonito el carnaval entonces. Eso sería como en 1930, todavía no se casaba mi papá. Ellos se venían de calzón blanco, bajaban de la Sierra del Tigre por allí por el Reparo, por ese cerro que se ve ahí enfrente, lo bajaban caminando para venir al Carnaval. Al llegar a la entrada de Sayula, sacaban un pantalón que traían cargando, los hombres, porque no los dejaban entrar a Sayula sin pantalón, y se lo ponían antes de entrar. No había permiso de usar calzón blanco. Muchos puestos de pulque, de ponche, de dulces; eso nos contaba mi papá. A mí me trajeron de niña (1940), pero yo nomás me acuerdo de la música y el argüende de la gente; Me acuerdo bien que el piso de Jardín de Sayula estaba tapizado de confeti, juntábamos puños de confeti; sería unos días después de los bailes, quién sabe. Sólo recuerdo el piso con mucho confeti…”

Rufina Larios Gonzáles 90 años. Originaria y vecina de Sayula.
"Tendría yo unos siete u ocho años (1937), recuerdo que en el carnaval se ponían muchos puestos en la plaza de comercio con sombrillas de petate, y en los portales vendían en mesitas rompope, ponche, pulque, se llenaban los portales de vendimias. Los bailes los hacían en el jardín. Ponían alambre de púas alrededor, cercaban el jardín, ponían sillas, acomodaban bonito, cobraban por entrar. Las Chachas y las Ibarrarán, las Chachas, así les decían a unas muchachas de los Sánchez Sánchez, que vivían por la calle 16 de septiembre, cantaban el paspaque, unos versos que ellas inventaban, invitando a la gente a entrar al baile.
Cantaban:
"Cuánta naranja madura
Cuánto limón por el suelo
Cuánta muchacha bonita
Y cuánto catrín sin dinero…"
Recuerdo bien. Se paseaban por el Jardín haciendo ambiente para que la gente entrará al baile. Eran unas muchachas muy bonitas, creo que eran de fuera, las Ibarrarán, y las hermanas del Doctor Figueroa; las Sánchez y Sánchez. También recuerdo a las hermanas del "Papitas", a las Yayas, que eran de las que ponían el ambiente en los bailes. Yo tenía como ocho años (1937), recuerdo que llenaban las fuentes del Jardín con ponche de granada, y el que quería se servía. Mi abuelita nos decía que no nos metiéramos al baile, porque nos pasaría lo que aquellas muchachas que fueron al baile y se quedaron atoradas como pájaros en el alambrado del jardín, cuando gritaron que venían los cristeros; decía ella, que allí quedaron atoradas faldas y muchachas cuando corrieron queriendo salir del baile. Pero yo estaba chica, nos divertíamos juntando el confeti del suelo, porque no dejaba ni caminar de tanto que había, nos llegaba hasta la rodilla. Con los pies arrastrábamos montones de confeti y lo recogíamos para jugar. Cuando comencé a ir a los bailes (1947), iba al Teatro cueto, me gustaba mucho el teatro cueto era muy bonito. Allí hacían los bailes del sindicato de los trabajadores de la fábrica de escobas y escobetas que entonces había, y los del carnaval. Yo fui a algunos bailes allí. Se hacían en el foro, quitaban las butacas y allí se formaba la pista. Estaba medio descuidado, tenía algunas cuarteaduras, pero era muy bonito, muy elegante, a mí me gustaba mucho. Yo fui al último baile que se hizo allí, me acuerdo que fue el año que murió don Aurelio Rosales, hermano de don Simón Rosales, Papa de Huicho Rosales. Yo estaba bailando y me dijeron, allí mismo en el baile, "se acaba de morir don Aurelio", me acuerdo bien. En ese año fue cuando cerraron el Teatro Cueto, cuando murió el papá de Huicho. A mí no me tocó ver a Cantinflas; oí decir, pero no me tocó verlo en un baile.  Venía mucha gente de otros municipios Tapalpa, Atoyac, San Gabriel, Se llenaba Sayula los días de Carnaval de personas, tantas o más que ahora. Antes era bonito, a mí no me tocó ir a los toros; pero después fui a los gallos, al palenque, ya de casada, con mis hijas. Dos de ellas, luego serían candidatas a reinas del Carnaval, Marta y la Güera, esta dos veces." (Doña Rufina, vecina muy estimada de la calle Prisciliano Sánchez donde vivió toda su vida, murió el año pasado, unos días luego de que nos diera este testimonio. Que en paz descanse)
Espiridiona Villa Villa (la Pillo) 93 años de edad. Originaria de Tonaya, vecina de Sayula desde niña (1926).
A nosotros nos trajeron chicos a Sayula, de Tonaya (desplazados por la guerra cristera). Nos vinimos a vivir a una vecindad que estaba por la calle Ávila Camacho, que así se llama hoy, allí en un edificio que estaba a un lado de lo que es ahora teléfonos de México, allí estaba la vecindad. Mis padres eran muy estrictos, cuando ellos vivieron, no nos dejaban ir a las fiestas del Carnaval, a ellos no les gustaban esas cosas. Ya después de grande (1947), yo me fui sola. Me metí al Teatro Cueto, en un baile de carnaval, estaba Cantinflas y yo quería bailar con él. Fui y le pedí permiso a Miroslava la artista, que es quien venía con él. Me dijo: "Si cómo no" y nos bailamos un danzón. Tendría yo 18 o 20 años. Muy amable el señor, muy correcto; bailamos y me senté en su mesa, convivimos, sí... allí en el Teatro Cueto eran los bailes y los recibimientos. La gente salía de los Toros y se iba al baile al teatro; las reinas y Cantinflas, pasaban por las calles con música, como en un desfile, en jeeps al teatro Cueto, la gente que quería convivir con él iba al baile. Pero, Cantinflas vino pocas veces, dos o tres años, no más… 
Conviví con Cantinflas y la gente que venía con él de México hasta que se terminó el baile, luego lo acompañé hasta donde se quedaba en la casa de don Paco de la Torre (Primera cuadra de la calle M.  Ávila Camacho poniente), allí llegaba él. Cuando pasamos por el jardín (plaza principal de Sayula), había un tiradero de gente, le dije yo "¡Ay! cuánto muerto don Mario, mejor vámonos…" Me dijo él "No, no están muertos, están borrachos" (risas). Lo que pasó es que, a las fuentes de cantera del jardín, que llenaban de ponche en el Carnaval, les pusieron esa vez pólvora, y la gente se emborrachó hasta quedar tirada (risas). Antes de salir del baile, Cantinflas estaba haciendo reír a las personas, se subía a un poste, y luego se bajaba, estaban todos muertos de la risa. Don Mario Moreno me puso un trapo en el hombro, yo lo agarré y le dije "Oiga usted, esta garra ya no sirve para nada." Y  lo tiré, él me dijo "No, no, usted no sabe lo que hace Pillo, esto  vale mucho…"  "¿Cómo va a valer algo ese trapo viejo don Mario?" le dije yo. Me respondió "es mi gabardina" (risas)…tenía razón, era la que usaba en las películas, si valía mucho. La recogió, me acuerdo, con mucho cuidado y la sacudió. Luego, en otros carnavales me tocó repartir los claveles, cuando las reinas se vestían como españolas, con unas peinetas altas y sevillanas muy elegantes; yo les daba claveles a ellas, a los toreros, a don David Pérez Rulfo (el tío del escritor Juan Rulfo) que era mi amigo, cuando iban en procesión de la plaza de toros al baile. Me acuerdo del entierro del mal humor: metían en un cajón de muerto, un montón de gatos y le prendían fuego en las gradas del quiosco (plaza principal de Sayula), eso se hacía desde antes que viniera Cantinflas, no sé cuándo comenzaría la tradición del mal humor; pero, mi hermano, "Palillo" (don Guadalupe Villa) hizo mucho tiempo los versos, todavía hace poco le pagaban porque les hiciera esos veros, los del testamento del mal humor. Me metía a mi cada año en sus versos, yo le decía que no, pero nunca entendió (risas). No se le escapaba nadie, a todos los personajes del pueblo, ricos, pobres, políticos, curas, militares, les hacia su verso; nadie se le escapaba. Algunas veces se enojaban y buscaban al que había hechos los versos, pero nadie sabía que era él. Mi hermano comenzó a hacer versos para el carnaval poco antes de casarse, yo creo en 1948 o 1949. Pero el mal humor, ya se celebraba antes, pero no como ahora con la mojadera eso fue después…"
Testimonio oral anónimo de dominio público:
En una de las fiestas de Carnaval (cuenta el testimonio), se programó la actuación de una famosa torera, triunfadora de todas las plazas de la República, Conchita Citrón (Concepción Cintrón Verrill. Rejoneadora y torera. Antofagasta, Chile, 9 de agosto de 1922 - Lisboa, Portugal, 17 de febrero de 2009) Había actuado por todo México con éxito entre 1939 a 1943, en 211 corridas matando 401 toros. Se dio una gran expectación en Sayula por verla torear en un año comprendido entre 1939 y 1943 (]no se han encontrado documentos que precisen si fue como dice la tradición, en carnaval). Con lleno total en la plaza de toros local y después de las figuras que alternaron con la torera; por fin, salió la famosa Conchita. Sale el toro al callejón, esta decide darle un capotazo de tanteo. El toro de 400 kilos, la envistió de tal forma que terminó entre las patas del animal. Tuvieron que ir en su auxilio los subalternos. A Conchita la llevaron a la enfermería, sin que pasara más allá de un susto. Aún así, Conchita no volvió a salir, cancelando su tan esperada presentación, para frustración de la afición local de ese entonces.

Señora María Teresa Orozco López.74 años.
"Cuando éramos niñas recuerdo que el carnaval era en el jardín, para nosotras. Los juegos mecánicos, los cascarones, la gente dando vueltas al quisco, mucha gente. Arriba del quisco, una banda toque y toque y la gente dando vueltas, los ricos por dentro y la prole por fuera (había dos zonas del jardín principal separadas por espacios verdes, y en el centro el quiosco).  Vendía cascarones de huevo rellenos de confeti, eran chiquigüites grandísimos llenos de cascarones pintados de colores que los muchachos le quebraban a las muchachas en la cabeza para llenarles de confeti el pelo. Muchas personas venían de fuera al carnaval, era un gusto ver tantas visitas en el pueblo.
A mí los toros nunca me gustaron, pero había muy buenas corridas de toros, muchos toreros famosos vinieron. Venia Cantinflas, también vino Irma Dorantes. En la casa de las Cisneros (primera cuadra de la calle Ávila Camacho poniente, al lado del casino Mario Moreno), como no había muchos hoteles, allí hospedaban a los artistas que traían al carnaval.  De las reinas del carnaval me acuerdo que la primera que no fue da las familias ricas, porque entes de ella, sólo se escogía a muchachas de familias de dinero, fue Chuy Núñez, bueno su familia no era pobre pero tampoco era rica. Yo recuerdo que a Chuy Núñez la pusieron los Barragán, ellos hicieron que ganara. Pero antes puras muchachas de familias acomodadas de Sayula eran escogidas para ser reinas del carnaval, como Rayito Vázquez, Teresita Hope y Carmelita que fue la terna; la hija de los Arechiga, Chely, la hija de Chema Rodriguez, Alma Rosa, también fueron reinas.
 Pero antes era diferente, los votos para elegir a la reina, se vendían, a peso el voto. Había tres urnas en el quiosco, eran tres candidatas, y tú comprabas tu voto y lo ibas a depositar allí. Las reinas no estaban presentes ni en la votación ni en el conteo de votos, cuando salía una ganadora, le mandaban el mariachi a su casa, así se daba cuenta que había ganado, era la tradición. Luego también era tradición que la Reina y sus princesas asistieran a los bailes el lunes vestidas con su traje charro, y el Martes, vestidas de "Manolas" así les decían, de españolas, con su vestido español, con  sevillana, abanico y peinetas altísimas, muy copetonas, muy bonito todo.  Los Barragán, los hijos de general, que vivan aquí en Sayula, en la casa grande hoy frente al Hotel Gran Casa Sayula por la calle Ávila Camacho, levantaron mucho el carnaval, trajeron buenos artistas.
Ellos trajeron a la Tigresa Irma Serrano y a muchos otros. Cuando uno de ellos fue director de la Lotería Nacional, trajeron el sorteo aquí, en un carnaval, y se oyó por radio en todo México, no me acuerdo en qué año, y hasta los boletos de la lotería traían la imagen de Sayula en ese sorteo, estuvo muy bonito. Antes no había comparsas, los Barragán organizaron las primeras. Antes había bailes, domingo, lunes y martes de carnaval. El domingo era el baile popular, creo; el lunes era el baile charro y el martes el de gala ¿Verdad?  El baile popular era en el casino Mario Moreno y el de Gala en el Club de Leones, pero el popular se llenaba, se metía gente de toda, no nomás los pobres, no cobraban, hasta los ricos se iban al popular a bailar. Al baile de Gala venían orquestas famosas como el Colorado Naranjo de Colima, y acá, al popular, grupos más populares como entonces Los Supremos, de aquí de Sayula, pero se llenaba a reventar. Toda la gente gozaba en el carnaval. Decía mi mamá que más entes llenaban las fuentes de cantera del jardín con ponche de granada para todo el pueblo. El carnaval comenzaba con un combite, una chirimía toque y toque desde la mañana regalando ponche en un carretón jalado por burros, adornado de papeles de colores, eso era el jueves, porque antes, el mal humor era el sábado no el jueves como hoy...o no recuerdo, quizás fue el combite el viernes, ya no me acuerdo bien.”

 (Continuará) Investigación inédita H. Ayuntamiento de Sayula 2015-2018. Crónica municipal.

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