domingo, 29 de julio de 2018

Especial para Horizontes...
Don Claudio Gutiérrez y la 
Urbanización de Sayula
Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

 Claudio Gutiérrez Originario de Atoyac Jalisco y avecindado en Sayula casó con una acaudalada mujer sayulense de nombre María Salomé Alfaro; él comerciante exitoso, reunió con esta sayulense, una fortuna que se calcula superior a los sesenta mil pesos de aquella época, entre comercios, fincas urbanas, terrenos etc. Su visión del progreso económico de Sayula se basaba en la urbanización, la belleza arquitectónica de las fincas del primer cuadro de la ciudad. Su sensibilidad en el campo de la arquitectura y el urbanismo, lo llevó a construir en la segunda mitad del siglo XIX el edificio del teatro Alfaro (1859 o 1860), durante cien años el segundo de importancia en el estado sólo después del Teatro Degollado de Guadalajara (1855-1866): el teatro Alfaro de Sayula contaba con luneta, galería y foro con dos salas, cantina, nevería, cocina, dos asistencias, cuatro corredores de arcos y palcos especiales, común y caballerizas.  Bajo su tutela la actual calle Porfirio Díaz, en su primera cuadra, fue rebozada con fincas de corte tradicional, siguiendo el estilo neoclásico, en las que predomina la cantera y la loza Sayula-Vargas, reminiscencias coloniales. Su casa estuvo en la misma calle, hoy esquina Jose Antonio Torres, lado poniente del mismo terreno donde se levantó el teatro Alfaro. Los esfuerzos de don Claudio Gutiérrez en este sentido coincidieron con la moda arquitectónica de la clase alta en Jalisco para la segunda mitad del siglo XIX, popularizándose el este estilo urbanístico en Sayula:
"A finales del siglo XIX la preferencia arquitectónica entre el sector adinerado en Jalisco iban hacia  el neoclásico, y contra el Barroco de la colonia…entendido (este) como un arte decrépito…otra novedad que el siglo XIX trajo…fue la proliferación de cierto tipo de casas que, no obstante estar destinadas a los extractos sociales medios, pretendían remedar las residencias señoriales, fincas en las que no faltó el clásico zaguán de ingreso y el patio principal (entre arcadas preferentemente) en cuyo derredor se disponía el comedor, la estancia y las recámaras; en tanto que el segundo patio daba cupo a los servicios. La diferencia entre estas y las grandes moradas de los acaudalados, estribaba en el tamaño, dando pie a que en el basto patio principal hubiera un buen número de masetas, limoneros y, con frecuencia una proporcionada fuente de cantera al centro. Al fondo, en el corral o segundo patio, uno o dos escusados "de tertulia" con tarima de madera…"  (José María Muriá, historiador.)                                                                                                                                                                                                     
                                                                                                                         
Claudio Gutiérrez fue Jefe político de Sayula en 1833, diputado en 1847-1848, prefecto del Cantón en 1853-1854. En 1853 con Mariano Pico, dirigió la defensa de Sayula del intento de toma de plaza por parte de un grupo armado de Zapotlán, al frente del cual estaba José María Manzano, rico hacendado de Zapotlán. Se le acusó en 1853 de imponer Jefes Políticos en Sayula, aprovechando su enorme fortuna, prestigio y contactos . Todo lo cual, al parecer, lo hace candidato a ser señalado como miembro del influyente grupo Yorkino de la masonería en Sayula; y sin temor a equivocarse, personaje importante del movimiento liberal constitucionalista durante la guerra de reforma en Sayula, antagónico del conservador sayulense José Ignacio Vázquez Bravo.
La imagen urbana de Sayula quedaría consolidada en el siglo XIX no sólo por iniciativas como la de Claudio Gutiérrez en la edificación de casas y edificios públicos; sino también con proyectos como la Pilita del Ave María, dedicada al General Miramón y la Torre del Campanario de la Parroquia edificados por Vázquez Bravo . Todo esto se complementaria en el caso de Sayula, con la desamortización de los bienes de la Iglesia que estaban ociosos, mediante la ley Lerdo del 25 de junio de 1856 o Ley de desamortización de fincas rústicas y urbanas propiedad de corporaciones civiles, cuya característica principal era que todo predio urbano o rural que perteneciera a corporaciones eclesiástica o civiles, sería asignado, mediante un pago al gobierno, a sus inquilinos o arrendatarios con un plazo de tres meses para reclamar la propiedad antes de ser rematada públicamente . Esta ley y el triunfo de la republica liberal, hizo posible que edificios como el Hospital de Indios en Sayula, su capilla de la Purísima Concepción y cementerio, que se levantaban en la hoy calle Prisciliano Sánchez esquina Ávila Camacho poniente; pasaran a manos particulares, que construyeran una casa habitación. El señor Octaviano Ceballos vecino de Sayula, consumado juarista, diputado local e incluso miembro del cabildo juarista de Guadalajara, adquirió dicho inmueble, terminada la guerra, levantando la hermosa casa que hoy se puede apreciar. Heredándola a su hijo Federico Ceballos, posteriormente. Lo mismo le pudo pasar a otras fincas propiedad de la Iglesia en Sayula, como el terreno al sud poniente de la segunda cuadra de la calle hoy Ávila Camacho Oriente esquina con Ignacio Vallarta, donde se encontraba La capilla de la Santísima Trinidad cuyo atrio comprendió gran parte de la manzana ; y probablemente, a parte del atrio de la Parroquia desde la mitad de la primera cuadra de la Calle Ávila Camacho Oriente, hasta la esquina poniente y mitad de la cuadra de la calle Vallarta; hasta a la misma cárcel colonial al lado de las casas consistoriales sobre el hoy portal Galeana, que por alguna razón para mediados del siglo XIX tal edificio pudo estar, para haberse privatizado, en manos de la iglesia; finalmente, la Capilla de Belén en el cruce de las calles López Cotilla y Gante, donde luego estuvo el panteón del mismo nombre; y el panteón La Soledad que  actualmente es  parte de la Colonia de Guadalupe, hoy casas particulares de la acera poniente de la calle que lleva  el mismo nombre del antiguo cementerio franciscano, donde el 29 de mayo de 1860,  fuera sepultado el general constitucionalista Miguel Contreras Medellín.
Otras propiedades de la iglesia que quedaron en manos no ya de particulares sino del gobierno en acuerdo a la ley, fueron los terrenos donde alguna vez se encontraron las capillas de los barrios indígenas del siglo XVI: Capilla del Espíritu Santo en lo que hoy es el jardín de san Miguel; capilla del Santísimo sacramento donde hoy se localiza un kínder en la tercera cuadra de la calle Juárez; Capilla de San Mateo donde hoy se levanta un taller mecánico concesión del gobierno Municipal, en la segunda cuadra de la calle Venustiano Carranza; Capilla de San Marcos, calle Degollado y González Ortega donde se encuentra hoy la escuela "Justo Sierra"; y Jardín Celso Vizcaíno frente a la plaza de armas 

Durante los años previos e inmediatos a la Guerra de reforma, Sayula sufriría una trasformación en su imagen urbana, así como en la conformación de su tejido social y distribución y ejercicio del poder político y económico, que serían base de su idiosincrasia durante el siglo XX, sobreviviendo al porfiriato y la revolución de 1910. Fue en esta época, octubre de 1859, que comenzó a funcionar en Sayula una pequeña imprenta, 56 años después de la primera imprenta en Guadalajara (1793), y se editara el primer periódico local "El Boletín de la Primera división del Ejército Federal", donde se criticaba al clero, siendo de distribución gratuita.  Es en éste tiempo, en acato de las leyes de Reforma, que se efectúa el primer matrimonio civil en Sayula, en enero de 1861, los primeros contrayentes registrados fueron: Modesto Cervantes y María  Madrigal ; de acuerdo a Munguía Cárdenas citando apuntes inéditos de Vázquez Bravo, existió una unión civil previa en 1859 entre Carlos Rodríguez y Teresa Gamma, efectuada en la sacristía parroquial el 4 de julio de ese año, ceremonia que careció del protocolo civil, por desconocerse tal procedimiento.  No fue hasta el 24 de febrero de 1866 que se registró en el libro de nacimientos del Registro civil de Sayula, el primer nacimiento, correspondiente a la niña María Rufina Rodríguez.
(Tomado del Libro "Sayula: del Antiguo Tzaulan al Sayula de los Pérez Rulfo". )


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