domingo, 29 de julio de 2018

Política y arte, comentarios a un artículo de Carlos Ureña.
Por Rodrigo SànchezSosa

"El arte contemporáneo ha desechado toda la voluntad creativa de generar exigencia, se ha convertido en complaciente y una forma de autoayuda elitista". Avelina Lesper
Las políticas culturales en los gobiernos municipales han sido, al menos en los últimos años, pésimas. El efecto de ello se refleja en el principal patrimonio artístico del municipio, la arquitectura; dos ejemplos: cuando el actual Ayuntamiento se comprometió con el proyecto arquitectónico denominado Centro Cultural el Páramo, las voces disidentes de supuestos conocedores del arte y la cultural locales, se opusieron con argumentos ridículos que dífilamente pudo sortear por ejemplo, Obras Públicas; el proyecto se politizó, y allí está la obra reconocida por arquitectos importantes a nivel nacional, inconclusa; para vergüenza de nuestra pretensión como municipio culto.
Dos, la vergonzante, también, depredación del patrimonio arquitectónico de Sayula: demoliciones, intervenciones pésimas y de mal gusto, abandonó y hasta complicidad en la desaparición  y deterioro de edificios del primer cuadro de la ciudad como la casa Antigua,  dos fincas por la segunda cuadra de la Calle Escobedo, entre otras muchas como la reciente modificación de la fachada de la ex Ferretería Reforma, hablan de un desconocimiento total de quienes deberían normar estas intervenciones al centro histórico.
Si ya de por si esto es grave, se suman aquellos snobs que, sintiéndose conocedores de un arte como es la arquitectura y de una historia como lo es el patrimonio artístico del municipio, han impuesto sus juicios a la opinión pública y hasta a autoridades electas, para justificar y negar valides a los hechos en el rubro de la preservación del patrimonio artístico de Sayula como es la arquitectura, en base a su supuesto conocimiento del arte clásico y contemporáneo, que los vuelven autoridad.
Mientras se carezca de una política cultural sólida y se siga apelando en el municipio a las jerarquías sociales, políticas o económicas, para salvaguardar nuestro legado, estaremos en manos de neófitos que pondrán en riesgo un patrimonio insustituible de Sayula, en nombre del dinero, su "erudición"  el tema, la modernidad y "El arte contemporáneo", porque…como dice Carlos Ureña del problema del esnobismo en el arte, siguiendo a Avelina Lesper…
El arte  "contemporáneo" está más cerca de ser una estética vacía rodeada de buenas intenciones. Su condición vacía y fraudulenta, requiere estar cercada por un contexto relacionado con aquello que ha sido consagrado por el tiempo en su trascendencia como arte: instituciones, críticos, medios de difusión especializados, museo, galería y de todo el concepto que se relacione con la creación estética, no se trata de hacer o ser (como diría Nietzsche) , sino de parecer arte. Entiendo que argumenta Ureña, y sigue:
Los trabajos en el arte  "contemporáneo" adolece características específicas que los diferencien de forma particular. Este fraude esencialmente se reconoce así mismo como una forma de rechazo a los parámetros tradicionalmente exigentes del arte instituido, apela a un "estilo propio y original" inédito e independiente, enarbolando un estandarte contestatario; Pese a ello, ambiciona ingresar a los institucionales recintos de  museos y "diálogar" con las obras reconocidas del arte clásico o  "Gran Arte".
¿Qué buscan los artistas contemporáneos en una relación con las instituciones del arte clásico que desprecian? Simple, sin un contexto que implique estas instituciones a un de forma negativa, sus trabajos pasarían completamente desapercibidos por  efímeros y cotidianos;  al estar cubiertos por el aura clásica de dichos edificios conceptuales, adquieren el estatus de "conocedores", "grades creadores" y su producción es aceptada como "arte" 
"Lo anterior da pie a ver lo que antes era considerado arte, como una idea que se ha transformado en una ideología cerrada y banal sin posibilidad de verificación o crítica; se vuelve tangible la falta de rigor y el mínimo esfuerzo en las creaciones, deja de manifiesto la poca o nula inteligencia de la corriente. Sin hacer uso de la crítica racional, el arte contemporáneo o también definido como arte snob encuentra su sustento en diversos dogmas surgidos de afirmaciones arbitrarias, que obedecen un grupo de sumisos intelectuales. Un dogma para la teología es una verdad divina impuesta para ser creída por los fieles, y uno de los principales con lo que cuenta el arte snob es el siguiente: El dogma de la transustanciación: Afirma que "un objeto cambia de sustancia por influencia mágica", la transustanciación en el mundo del arte se divide en dos: dogma del concepto y dogma de la infalibilidad del significado."
Dogma del concepto: Cuando, por ejemplo, un personaje de Sayula, al cual se le asigna un papel elitista en la sociedad y él mismo se otorga el título de artista o creador en base a ese reconocimiento, le asigna a un objeto, digamos una botella común y corriente, el concepto de "Obra de arte; hace que un artículo común adquiriera un nuevo significado, lo transfiguró en "arte". Esto es un ejemplo de una trasformación mágica de la realidad generada a capricho: el nombrar al objeto "obra de arte" no lo trasforma físicamente de manera que todos lo podamos ver, sólo le otorga un nombre distinto del que ya tenía. Así cualquier objeto pude transformarse en obra de arte a capricho de un individuo que apela a privilegios de elite o supuesta erudición, sin ser cuestionado en su lógica. Estas acciones niegan la realidad, generan fantasías ridículas y volvemos con ello a estados fundamentales de irracionalidad en el pensamiento humano: "El pensamiento mágico". De aquí no hay mucho camino a pensar que los cañones anti granizo hacen hoyos en las nubes e inhiben las tormentas. Diríamos siguiendo a Ureña.
 Dogma de la infalibilidad del significado: Basado en lo anterior, todo lo que un personaje (snob)  elitista por reconocido, use para impresionar y mantener su estatus social, a la hora de mostrase como creador o experto, tiene un sentido y un significado, establecido a priori y de forma subjetiva; en su mundo y el de sus allegados todo tiene significado, ya que para los "snobs contemporáneos" todo es arte, como dice Ureña.
"La verdad al respecto de la idea anterior es que el ´significado´ es completamente arbitrario, el objeto mismo lo es, la obra carece de un valor estético que las justifique como arte y, por ende, dependen de un "valor filosófico"; además que si el visitante expresa que lo que observa no le comunica nada o no demuestra algún significado, de inmediato es calificado de ignorante, pues el curador, el artista y el crítico son quienes poseen una ´sensibilidad especial ´ y la ´cultura necesaria ´ para entenderlo. Así es como se le otorga un valor a algo que carece de ello, ´la conciencia de la realidad deja paso a la superstición, sepultando de manera definitiva a la razón ´."
"Razones por las que el arte contemporáneo es un fraude", Ureña Carlos, Revista Cultura Colectiva/ Arte;5 de enero de 2018.

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