martes, 15 de diciembre de 2020

 La memoria del camino andado

(A dos años de ejercer AMLO la presidencia)

Por Moisés Zepeda Gómez



A lo largo de estos años que me han dado enormes satisfacciones y valiosas experiencias, he tenido la hermosa oportunidad de caminar codo a codo con muchos idealistas igual a mí, se vuelve imprescindible volver la vista y contemplar el recorrido con mucha complacencia.

Reflexiono en los ideales que se convirtieron en propósito de vida, primero como quimera, luego en decisión y al último en esfuerzo; no han faltado las desilusiones, los desencuentros, los quebrantos, las caídas, los temores y los sacrificios; los momentos de mandar todo al diablo y dejar que se quede en manos de quien siempre ha tenido la astucia, palabrería, cinismo, trucos y el poder mal habido pero, vuelvo a mirar el camino y veo que avanzamos, hace dos años tuvimos una alegría indescriptible: el señor Andrés Manuel López Obrador ganó por aplastante mayoría la Presidencia de la República, antes un sueño imaginado solamente, la ciudadanía le retiró con dolido desprecio el voto a los imperiales.

Por eso es fundamental tener memoria, porque de lo contrario seríamos ajenos a nosotros mismos, transitaríamos la existencia como cualquier hoja que lleva una ráfaga de viento, precisa recordar para darnos respiro y amarrarnos a los anhelados logros en esa ruta de la Democracia, del apoyo al débil y al que menos tiene. Con orgullo podremos decirles a nuestros hijos y nietos lo que construimos a pesar de los pesares, no debemos permitir que la cadena de recuerdos se diluya, platicarles que hubo un tiempo de explotación, sumisión, racismo, oprobio, persecuciones, hambre, intolerancia  y violencia; pero que también había mujeres y hombres conscientes e idealistas que estuvieron casa por casa, persona a persona y calle a calle caminando y sembrando las palabras que eran un hálito de esperanza; esos verbos que salían del corazón e iban a irrigar el corazón del pueblo, aliento de mejor vida, de mejor administración y bienestar. Vocablos esparcidos y que una vez sembrados dejaron la semilla y luego el fruto de ese triunfo del 1 de Julio de 2018.

Es un auténtico deleite ser parte de ese hecho inaudito que renovó la esperanza en un futuro mejor de un pueblo oprimido y vilipendiado, haber experimentado ese gozo no tiene un precio de mercado, no lo venden en ningún lugar.

Hoy se olvida la orfandad de la ciudadanía en que se vivía, se voltea a mirar el rostro de la dignidad humana, el respeto al trabajo del jornalero, la estoicidad del personal de salud, la aguerrida lucha del maestro por una pedagogía que haga pensar para aprender y el digno valor de las mujeres.

Muchos que antes no tenían pan, ahora lo tienen; los que buscaban justicia miran la luz al final del túnel y se reconfortan porque tal vez la alcancen; los que desean estudiar ya pueden; los que quieren aprender un oficio lo llevan a cabo; se acabaron los lujos, las francachelas y los despilfarros.

Recordemos cómo se utilizaba el dinero del pueblo: aviones de super lujo, obras fraudulentas e inservibles como la "Estela de Luz", construir carreteras con economía de los ciudadanos y luego cobrar peaje por usarlas, cosas que sólo alimentan el ego y el bolsillo de los ególatras y soberbios empoderados en puestos públicos.

La memoria que nunca olvida es la que se guarda en el corazón, la que se escribió en ocasiones con lágrimas y cansancio.

¡Gracias!¡muchas gracias! a esos que anduvieron pie a tierra, tocando puertas, entregando periódicos, dejando su esfuerzo y agotamiento hasta casi desfallecer, en los que creyeron posible que el pueblo se alzara con el triunfo; esas personas son el verdadero desfile de la victoria, los auténticos luchadores a cambio de sólo paz y bienestar. Salimos victoriosos reconociendo a quién nos convocó porque, ni lo alto ni lo bajo, ni lo bueno ni lo malo, ni el poderoso ni el débil, ni creatura alguna podrá quitarnos el gozo satisfactorio de lo logrado.

Un recuerdo con cariño y aprecio al compañero Jacinto del Cerro del Cuatro; ya se adelantó, pero su semilla quedó y dio el fruto esperado, Gracias Jacinto, dejaste marcada la senda de la igualdad con dignidad.

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