domingo, 29 de agosto de 2021

          La polémica por la revocación de mandato

Por Arturo Fernández Ramírez

En política la forma es fondo, siempre debemos tenerlo presente para entender las posturas de las y los actores políticos. En teoría, los que están en el poder deberían oponerse a una figura como la revocación de mandato, ya que se trata de someterse al escrutinio popular sobre su gestión como gobernantes. Con el riesgo de que si no están trabajando bien, serán destituidos antes del periodo para el cual fueron electos. ¿Qué hubiera pasado con anteriores mandatarios que cuando asumieron el cargo cambiaron la personalidad que mostraron en campaña? O lo que es peor, fueron desenmascarados en actos de corrupción, confirmando que su única intención era robar en lugar de servir como lo pregonaron de candidatos. Si el pueblo hubiera tenido la oportunidad de quitarlos, otro sería el sendero de nuestro país, mejores tiempos estaríamos viviendo. Por eso resulta extraña la oposición a que el actual ejecutivo federal impulse su ratificación o rechazo en la Presidencia de la República. Argumentan el costo que tendrá, pero más caro sale que continúen en el poder funcionarios corruptos y también es mucho lo que cada año se les entrega a los partidos políticos. Se debe valorar la necesidad de consolidar la democracia con herramientas que empoderen a la sociedad.

    Desde la década de los 90's corrientes democratizadoras de México pretendieron sin éxito que se legislara la revocación de mandato, referéndum, plebiscitos y consultas ciudadanas. Solo así se lograría el empoderamiento de la sociedad frente a los malos gobernantes que en campaña muestran una cara, pero en el poder se caracterizan con actos de corrupción. La mayoría de los que ostentan un alto cargo de elección popular simplemente tienen miedo a esas figuras políticas porque saben que serán reprobados y destituidos de manera anticipada.

    El actual presidente de la República en sus tres campañas a la presidencia y ahora ya en funciones, ha reiterado su disposición de ser calificado por el pueblo, aceptando el resultado que sea. Lo que de entrada es positivo porque ningún mandatario anterior lo había hecho, al contrario, utilizaron su poder para revertir todo intento de legislar alguna de esas figuras políticas. Antes, la oposición luchaba para que se consultara al pueblo mientras que el gobierno se oponía. Ahora, paradójicamente, es a la inversa, el grupo político dominante insiste en la revocación de mandato, pero los opositores la rechazan. Su único argumento es el costo que tendrá esa consulta ciudadana.

    La realidad es que saben que la mayoría del pueblo respaldará a López Obrador, lo que, de entrada, no solo volvería a legitimarlo en el poder, también reflejaría la fuerza que tendrán para el 2024. Es decir, el trasfondo de todo, siguen siendo las próximas elecciones a la Presidencia de la República. La movilización y activismo social han sido fortaleza del primer mandatario desde que inició su carrera política como estudiante de la UNAM y después en su estado natal. Ahora que ocupa la máxima magistratura del país, siguen siendo pilar de su amplio apoyo popular. Todas las encuestas, de afines y detractores, así lo demuestran, más del 60% aprueba su gestión. De ahí el miedo a una eventual reelección, que definitivamente la ganaría si esas tendencias se mantienen como hasta ahora.

    Debemos reconocer que con independencia de la simpatía o antipatía por quien está en el poder, es necesario dotar a la sociedad de instrumentos jurídicos y políticos que le permitan frenar los abusos de poder. Esa fue la esencia de las democracias, acabar con la tiranía de las monarquías en las que uno solo decidía todo sin tomar en cuenta al pueblo. En México aunque falta mucho para presumir que tenemos una auténtica democracia, se han tenido avances. Un verdadero sistema democrático no se circunscribe a las meras elecciones, menos cuando son manipuladas. Es necesario contemplar otras herramientas que garanticen buenos gobernantes, como la revocación de mandato, plebiscito, referéndum, entre otras.

Es cierto que toda consulta bien organizada tiene un costo, pero es mayor el perjuicio cuando los gobernantes corruptos continúan en el poder robando y saqueando. Si hay preocupación por el gasto de la revocación o ratificación de mandato, que disminuyan el presupuesto millonario de los partidos políticos. La democracia debe consolidarse y la mejor manera es creando instrumentos que le permitan a la sociedad no solo elegir a sus gobernantes, también quitarlos si incumplen sus promesas. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com


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