domingo, 29 de agosto de 2021

 El patrimonio cultural material e inmaterial

de Sayula, frente al mal gusto

Reportaje de Investigación de  Rodrigo Sánchez Sosa, Cronista de Sayula 

En la lucha continua para defender el patrimonio cultural de Sayula que comenzó con los primeros cronistas en el siglo XVI, casi 500 años ya, cuando estos intentaron preservar el relato de su origen y los sucesos más importantes de su historia prehispánica y de los primeros días de la conquista española; los fracasos han sido dolorosos. La barbarie, ambición y la ignorancia han dado cuenta del legado milenario del origen, primero del señorío del Tzaulan, y luego del trabajo de sus habitantes después de la llegada de los europeos a estas tierras, hace medio milenio.   


La relación de Sayula, un documento oficial de la corona española sobre el origen de Sayula de la segunda mitad del 1500, hasta la fecha está desaparecido, habiendo dos hipótesis sobre la causa, la ineptitud y la corrupción. Este documento estuvo en el Archivo de Indias en España y despareció, junto con otros documentos, atribuyéndosele a la venta ilegal de legajos de ese archivo o la destrucción por descuido. Parte de nuestro patrimonio se perdió por la estupidez o por la ambición. Durante la independencia de México, en el caos del proceso, todas las fincas coloniales fueron dañadas, incendiadas, demolidas, alteradas, saqueadas, durante esa guerra de más de 10 años; afortunadamente los templos y conventos fueron respetados junto con sus archivos. Cosa que no pasó durante la guerra de Reforma en 1860 y la revolución en 1910, templos y fincas pertenecientes a la iglesia fueron dañados, algunos archivos destruidos (afortunadamente no en su totalidad); así mismo, los ricos porfiristas terminaron de demoler algunos vestigios de la colonia por considerarlos viejos y fuera de moda. Los conflictos que siguieron fueron menos dañinos con la arquitectura decimonónica, pero fue entonces que el mal gusto generalizado comenzó su labor destructiva. Sin idea, ni capacidad se intervinieron fincas en el centro histórico, se destruyó el conjunto estético de este dando origen a horribles bodrios. Pero no solo sufrió el patrimonio arquitectónico, el patrimonio cultural en esos mismos periodos se perdió irreversiblemente, como por ejemplo la lengua original del señorío y después tradiciones y costumbres ancestrales en nombre de la ignorancia y desconocimiento de ese legado. El afán modernizador del siglo XIX no supo valorar ni consiguió integrar el legado cultural indígena y lo vio más bien como lastre, algo vergonzoso en muchos casos, algo a trasformar. Ya para el siglo XX surgió una vergüenza más acentuada de lo propio por el proceso de hegemonía cultural luego de la segunda guerra mundial, del vecino del norte. Hoy en nombre de esos valores "incuestionables" del dinero y el poder del mercado y la empresa, la ignorancia y mal gusto como paradigma, destruyen lo último que queda del patrimonio.  Pero la pregunta es ¿Quién dice qué es valioso y que no?: A muchos nos parece que las intervenciones a las casonas antiguas de Sayula no están tan mal, algunas, se ven "bonitas"; que el dueño de una casa tiene el derecho a remodelarla o demolerla como mejor le parezca, es suya. Que la gente tiene derecho a trabajar y llenar de puesto ambulantes el centro histórico y colgarse de la cantera de los portales y poner contadores de luz en las columnas de estos; que los monitos chuecos del mercado son arte y que a la gente que llega a turistear le gustan junto con su colorido. Que Rulfo no quiso a Sayula y que Luquín Romo lo puede substituir en el campo literario, a la hora de presumir nuestros literatos, para vernos cultos y justicieros con Rulfo. Que el ánima de Sayula es una leyenda y que al mismo tiempo es una reivindicación gay. Que todo se vale si reditúa un beneficio económico a Sayula. Que cualquiera tiene la capacidad de opinar, difundir, investigar y contar la historia de Sayula sin necesidad de conocerla o tener la mínima idea de ello, solo porque le "gusta a la gente" la forma en que lo hace, ¡ah! y "ama a Sayula". 

El mal gusto tiene su razón de ser pero, no puede substituir al valor intrínseco del patrimonio cultural ¿Quién tiene la autoridad para defender legalmente nuestro legado patrimonial en este sentido? Si, el INAH, Patrimonio del estado, reglamento Municipal etc Pero ¿Quién entonces tiene el criterio para señalar lo que vale y no? La inteligencia, el buen gusto, el conocimiento; aquí es donde el circulo viciosos se cierra…

El abordaje de la cultura y la historia de Sayula desde al desconocimiento y el mal gusto, se remite a la conceptualización de las mismas desde el  Kitsch, que a continuación explicaremos en base a un artículo. La proliferación de la improvisación en la promoción de nuestro municipio desde plataformas de redes sociales en la red, le hacen un magro favor a la imagen del municipio ya que incluso se pueden justificar atentados al patrimonio material e inmaterial de Sayula desde las opiniones que estos generan (incluido el sitio del Ayuntamiento), como está pasando. Si algo tiene la historia profunda de Sayula, es la carencia del mal gusto (hasta hace poco). Pero ¿Qué es el mal gusto?: 

"Kitsch es lo que comúnmente y por extensión llamamos "mal gusto". Pero en realidad es un término que desde su confusa etimología hace referencia a las cosas falsas o de mala calidad. Lo interesante es que no se trata de un "mal gusto" subjetivo, arbitrario. No es un "lo que me gusta a mí es de buen gusto y lo que le gusta a la mayoría es ordinario, de mal gusto". El kitsch no es subjetivo, es decir no tiene que ver solo con la opinión de alguien que se cree superior y en su pedantería pretende imponer sus opiniones y valores, hay cualidades objetivas (que tienen las cosas en general y el arte en particular) que nos permiten determinar si algo es kitsch o es de calidad. Si algo es valioso o es vulgar, "barato", intrascendente. 

Como humanos, dedicamos nuestra vida a perseguir la belleza. No sólo la belleza estética, sino también aquella que tiene que ver con el bien, con la verdad, con la justicia, con las cosas que logran conmovernos. Lo que nos hace sentir vivos. Lo que nos hace sentir útiles. Lo que nos hace sentir humanos. Desde que el ser humano se dio cuenta de que se va a morir, que la vida es dolorosa, dura, hostil, absurda y encima se termina trágicamente; la única manera de luchar contra la angustia existencial, la manera de sobrevivirla, de hacer que la vida valga la pena, fue desarrollar algo que solo exclusivo del ser humano y su conciencia: la visión poética, de la realidad. La capacidad de darle un significado distinto, valioso, al hecho de que nacemos, nos reproducimos si podemos, y morimos. Con la visión poética, el proceso de la vida pasa a ser algo más que nacer reproducirse y morir, se trasmuta en algo que vale la pena experimentar.

Nos pasamos la vida desarrollando y enriqueciendo nuestra visión poética. Y la alimentamos a través del arte. Y si nos pasamos la vida persiguiendo la belleza, lo valioso, qué mejor entonces que dedicar un momento al estudio de aquello que es todo lo contrario. Tratemos de llegar a definirlo en una sola frase general, para después ahondar en las cualidades que sustentan esa definición. Intuitivamente, cuando pensamos en kitsch, cuando pensamos en qué nos hace decir "eso es de mal gusto", pensamos en cosas que quieren llamar groseramente la atención, en romanticismo dulzón, en nuevos ricos que ostentan de manera obscena su riqueza, en la sobredecoración llena de cosas inútiles, en las baratijas. ¿Y cuál sería patrón común a todas estas cosas, y a todo aquello englobado en el universo del mal gusto? Si tuviéramos que definirlo en sólo tres palabras, elegiríamos éstas: "Lo no auténtico". En otra definición, que no es tan general y a su vez complementa la anterior, podemos decir que "kitsch es aquello que busca de manera artificial y grosera satisfacción emocional de la mayoría". 

A continuación intentaremos hacer un listado de los elementos que conforman el universo kitsch donde se desarrolla nuestra vida. Elementos que encontramos de manera aislada o combinándose entre sí para dar como resultado engendros empalagosos, que a su vez y paradójicamente pueden resultarnos encantadores: Lo artificial; la "imitación estilo" y toda imitación en general; mucho de lo que tiene un sentido "aspiracional" los llamados nuevos ricos (aspirar a una clase social a la que no se pertenece); lo producido en masa para abaratar costos ( las baratijas); lo mezclado artificiosamente (un cenicero con un Cristo, un teléfono con forma de hamburguesa); la búsqueda grosera de la satisfacción de la mayoría o de una emoción forzada; lo "decorativo" cuando no tiene más aspiraciones que la de ser meramente decorativo; el confort o el lujo desmesurados, más allá de lo funcional (El lujo como vulgaridad.); la acumulación, la ostentación; el arquetipo (la moda); lo exagerado; la sobre decoración (más aún si ese exceso está dado por cosas inútiles y dulzonas); las cosas hechas solo para agradar y vender a mayor cantidad de personas posibles  

 Entender el kitsch es crucial para  para el disfrute, pero no necesariamente para eliminar el mal gusto : la cualidad de kitsch es  indicar que algo no es original, no es valioso, pero no necesariamente que sea malo o no nos guste por ello. Es como comer una golosina hecha con un montón de grasas saturadas, conservantes y deliciosos saborizantes artificiales. Mientras sepamos que esa golosina no es sana, y que hay otras cosas en la vida menos artificiales, más sanas y más sabrosas aún…" fuente: https://3minutosdearte.com/fuerza-creativa/la-trilogia-del-kitsch ...


 



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