jueves, 9 de octubre de 2014

Temas de Interés

Por Arturo Fernández Ramírez
¿Fin a la comida chatarra en escuelas?
En la edición de la semana pasada de Horizontes se dio cuenta de las declaraciones del actual Secretario de Educación en Jalisco en el sentido de que pretenden que en 2015 todas las cooperativas de las escuelas públicas se apeguen a las normas en materia de salud para evitar la venta de la llamada comida chatarra a los alumnos.
Indudablemente suena interesante esa declaración, ese compromiso y que aunque en verdad deseamos que se cumpla, que se lleve a la práctica, la realidad de las cosas es que no podemos dejar de mostrar nuestro escepticismo al respecto. Y no es que seamos pesimistas o que estemos deseando que nuestras autoridades fracasen en ese propósito, claro que no.
Pero la realidad es que la comida chatarra en las instituciones educativas no es un Tema de Interés nuevo y que por lo tanto, apenas debamos analizarlo.
Por el contrario, la comida chatarra en las escuelas aparte de ser un tema de ya muchos años, es un tópico que raya en la contradicción y aberración, porque estamos hablando de que mientras en las aulas se educan a nuestros hijos de 3 años en adelante, en los recreos o recesos a través de la alimentación que se les vende, se les reeduca en sentido contrario.
Es decir, mientras que en las aulas a los alumnos se les puede estar impartiendo clases relacionadas con la salud, en la propia escuela se les está inculcando a que hagan caso omiso a esas cátedras.
Ciertamente los padres de familia tienen una ineludible responsabilidad en la educación y formación de sus propios hijos, pero tampoco se puede soslayar la responsabilidad de los maestros, de las instituciones educativas.
Se podría argumentar que es decisión de cada quien comprar tal o cual producto, por lo que independientemente de que vendan o no alimentos de bajo o nulo valor nutricional en las escuelas, a nadie se le obliga a que los consuma.
Sin embargo, pensar en esa lógica sería tanto como permitir vender entonces todo lo que pueda hacer daño y dejar que cada quien en lo individual pueda rechazarlo. Esto contraviene los principios e ideales que persigue la institución llamada Estado, que se supone es creada por la sociedad para su protección.
El problema de la comida chatarra se ha convertido en un grave problema de salud pública desde el momento mismo en que México es considerado el consumidor número uno en refrescos; el número uno rebasando ya a Estados Unidos, en la obesidad infantil; en enfermedades crónicas como la diabetes, entre muchas otras que se derivan precisamente de los malos hábitos alimenticios.
Nuestra niñez, adolescencia y juventud, que son el futuro inmediato de nuestra nación, está sufriendo de graves problemas de salud, por lo que de no atender y frenar esta situación, todos pagaremos en el corto, mediano y largo plazo, las consecuencias.
Es por ello que atender esta problemática debe ser una prioridad de Estado y por ende, debe ser abordada bajo una política pública de Estado. El poder legislativo a diario crea, modifica y reforma leyes, pero en rubros tan importantes como el que nos ocupa, se ven lentos o simplemente no le dan la prioridad que amerita.
Por eso, si actualmente México ya cuenta con un marco jurídico mínimo que permite enfrentar esta problemática, lo menos que se debe hacer es que se cumpla.
Esperemos entonces que ahora sí se ponga fin a la venta de comida chatarra en todas las instituciones educativas. Después de todo a quienes están al frente de las respectivas cooperativas no se les puede afectar porque su principal fortaleza es que tienen a sus clientes cautivos, por lo que vendiendo productos saludables y con alto valor nutricional les seguirá yendo igual o mejor. Todo es cuestión de voluntad y no esperar a ser sancionados por las autoridades educativas. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com

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