domingo, 20 de diciembre de 2015

Somos malhablados, ignorantes o ambas cosas

                    Por Federico González Alfaro

Nuestro idioma es muy rico. Hasta para insultar tenemos un amplio repertorio de palabras. Lo malo, si no dominamos nuestro lenguaje podemos quedar como ignorantes. Pueden estarnos insultando y nosotros ni por enterados nos damos.
  Es muy interesante examinar las "familias" más usadas o populares de insultos. Si conocemos los mecanismos lingüísticos de nuestro idioma, ampliaremos nuestro arsenal ofensivo o podemos saber si nos están insultando y/o que nos están queriendo decir.
Los insultos los podemos clasificar por familias. Cada familia, está dedicada abiertamente a una actividad y en donde, como y con quien realizan  la misma. Por ejemplo, a las mujeres y hombres "de mal vivir", comúnmente se les dice putas o putos, pero esta clasificación genérica es muy limitada, tenemos un amplio repertorio de sinónimos para decir lo mismo.
Un "gacho", es un hijo bastardo de una mujer casada, no se le dice abiertamente hijo de puta, ya que la actividad no se relaciona con el "producto".
Recordemos a Lope de Vega: "¿Quién te hizo puta? El vino y la fruta"
Si nos referimos a la transacción económica del comercio carnal, una "gorrona" o un "gorrón" es el que quiere y busca sexo de gratis.
Si nos referimos a la similitud de la susodicha/o con situaciones animales o bestialismos, se les conoce como zorra/o, perra/o, conejera/o, Etc.
Si nos referimos al lugar donde captan a sus clientes y consuman el negocio, se les conoce como: callejera/o, esquinera/o, trotacalles, trotona/o, bucólica (en los parques), de celosía (de burdel), matacandiles (de frailes y curas), las o los que tienen comercio sexual con ancianos y se aprovechan de su condición: arrastrada/o, rastrera/o.
Si lo queremos decir sutilmente: perdida/o, desviada/o, descarriada/o, mengana/o, cualquiera, tipeja/o, zutana/o.  Así que si alguien dice con zutana/o ó con mengana/o, están diciendo con una puta/o o con la otra/o.
En las culturas mediterráneas y latinoamericanas, la condición de homosexual es lo más baja que puede caer un hombre. Son culturas poco permisivas a esta condición. El insulto más común es el de marica, mariquita en diminutivo, maricón en aumentativo. Desde el español del renacimiento se les llama putos o jotos, dependiendo si son pasivos o activos. Algunos eufemismos del comportamiento de un homosexual son muy divertidos: se le patina el embrague, pierde aceite, marcha atrás, mariposón.
Para aludir a la condición lésbica, también el castellano cuenta con un gran arsenal. Si se relaciona al arte culinario se les dice: bollera, tortillera.
Si tiene una actitud o aspecto poco o nada femenino, se les conoce como: machorra, marimacha, viraga.
Si se relaciona a la familia u otras lindezas, el insulto estrella es: hijo de puta. En México, hijo de la chingada (mujer follada).
Si es el ofendido, producto de una infidelidad, la condición de cornudo ha sido origen de numerosos y divertidos insultos y expresiones. El insulto estrella relacionado a los cuernos, "infidelidades", es "cabrón", si queremos ser más ofensivos: "buey" para referirnos a un hombre que mantiene a los hijos de otro sin darse o dandose cuenta, ya que el está imposibilitado de procrear los propios o porque la mujer le es eternamente infiel. En España, se les dice una curiosa expresión, "además de cornudo, apaleado". En México se utilizan ambas expresiones con singular contento, todos o son bueyes o son cabrones, vaya, que bonita familia. Pero si las utilizan en España, harán disgustar o reír a más de una persona, sobre todo si dicen "que buey soy", a este ignorante le queda muy bien la expresión: "además de cornudo, apaleado", jajajajajajaja.
Que les parece si seguimos la próxima semana, para, o bien, quitarnos lo "malhablados" o lo "ignorantes".

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