domingo, 12 de junio de 2016

Especial para Horizontes...
Del Patrimonio Iconográfico al patrimonio oral en el Sayula Histórico
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa 

“Les entrego este libro no como unos binoculares para ver a los demás sino como un espejo para verse ustedes" Fernando del Paso.
Comenzaremos por hacer una aclaración al compañero Federico González, respecto de su última colaboración en éste mismo medio, titulada "El puente del Santuario" con referencia al puente sobre la Avenida M. Ávila Camacho Poniente, que cruza el arrollo Agua Zarca. Lo cual seguramente fue un error de dedo de Federico. Hasta donde  éste servidor ha consultado documentos que refieren a dicho puente, los más conservadores datan su construcción alrededor de 1867, adjudicándosela al señor Leonardo de la Fuente, quien costeó dicha obra en colaboración con el señor Francisco P. Eguiarte y los vecinos del rumbo, en el citado año.  Aunque efectivamente puedo haberse tratado de una reconstrucción (Como Federico Munguía advierte en referencia al mismo), dado que otros documentos de mitad de ese siglo, dan cuenta de que el puente fue barrido por el río completamente en dos ocasiones 1852 y 1863.  Incluso en uno los muros laterales del puente está gravada la fecha "julio 2 de 1881". Por otro lado el Gobernador del estado Francisco Tolentino (1883-1886) informa al congreso estatal que construyó dicho puente en Sayula al que menciona como puente Madrigal, refiere Munguía Cárdenas. En una conjetura más arriesgada Federico Munguía opina que su construcción pudiera haber sido en el último tercio del siglo XVIII, al fincarse el convento y ampliarse el templo del santuario entre 1785 y 1800. Mismo que para 1852 ya había sido barrido por el río.Seguramente existió un puente en el siglo XVI, como la nota de Federico González menciona, pero definitivamente no es la construcción actual; que si nos atenemos a dichas fechas, apenas estaría cumpliendo la última reconstrucción del mismo, 135 años ("julio 2 de 1881"), y no  441 años, de ahí pues que su arquitectura no podría ser virreinal, a menos que fuera una copia de uno más antiguo que datase por lo menos del siglo XVIII. De hecho pocos edificios en Sayula podrían datar del siglo XVI, entre ellos algunos del centro histórico como el hospital de indios, el ex convento, las casas consistoriales y antigua cárcel, los pocos que se han salvado de la barbarie, la ignorancia y los terremotos; hay varios del siglo XVIII, algunos menos del siglo XVII; y afortunadamente algunos mas conservados del siglo XIX. Definitivamente la joya de la corona en cuanto a patrimonio iconográfico del municipio, es el centro ceremonial Santa Inés, que data del año 900 de nuestra era, con una antigüedad de 1116 años, cuando los españoles llegaron ya tenía de edificado 621 años. Si destruir, modificar y abandonar el Puente del Santuario se puede calificar de salvajismo y barbarie ¿En el caso Santa Inés cómo se le puede llamar a la modificación irresponsable e ignorante, la destrucción y  abandono que ha convertido a este patrimonio en  su parte sur en un basurero y a su principal montículo en parte de una calle cerrada? Seguramente Federico se equivocó involuntariamente en las fechas, lo cual no resta nada a su comentario de rescatar el patrimonio arquitectónico e iconográfico de Sayula, que como vemos, no se agota en la colonia española, y es milenario.
Pero mire usted, hay otro patrimonio, del que algunos lectores en nuestra página en internet, nos han pedido que hablemos, y es el patrimonio oral: los mitos y leyendas de Sayula. A petición de ellos y nuestro director, nos dimos a la tarea de investigar algunas de las leyendas o mitos que la tradición sayulense ha preservado. Para ello debimos consultar, por la importancia que tiene la obra del señor  Federico Munguía, su libro "La Provincia de Ávalos" donde el autor recopila de las personas mayores leyendas de Sayula a  principios de los años setentas, hace más de cuarenta años. Trascribiremos aquí algunas de ellas con mucho gusto para las nuevas generaciones de sayulenses y los lectores interesados.
Aclaramos primero, que los mitos, como las leyendas, ponen en palabras el inconsciente colectivo de una comunidad: sus miedos, sus anhelos, sus frustraciones, sus gustos, valores y creencias íntimas. No se deben tomar al pie de la letra, sino verse como los sueños que nos fascinan, que dicen más de nosotros mismos que de lo que refieren literalmente. Comencemos con "La Vieja del Ixcapetl", tal como la cita en su libro Munguía Cárdenas. Una leyenda que refiere la fascinación por ese cerro, que seguramente nos llega desde la época prehispánica, y que, como dice Federico Munguía, en la colonia y la independencia se asociaba a guarida de bandidos. La conclusión del mito, incluye una rivalidad ancestral, la de Zapotlán y Sayula, por la primacía de la región, así como la ambivalencia de la figura femenina para el mestizo heredada del choque cultural entre españoles e indígenas. Por su puesto que el lado oscuro de la naturaleza humana, la ambición y la injusticia, no están ausentes en el relato. Como un edificio o una pirámide, los relatos orales pueden decirnos mucho sobre mostros mismos.
                              "La Vieja del Ixcapetl
El cerro del Ixcapetl, cuyas redondas cumbres se levantan al sur de Sayula, ha sido en sus escabrosidades, guarida de bandidos que asaltaban los caminos y que en más de una ocasión llegaron a poner en cuidado al pueblo, por lo que l imaginación popular le ha compuesto varias leyendas, una de las cuales dice que habitaba en él una anciana a la que se conocía como la vieja o la bruja del Ixcapetl, la cual cuidaba que los que iban al mencionado cerro no cortaran un zacate alto llamado "aparejo"  que allí crece y que ella ocupaba en sus brujerías y sus menjurjes, rogándoles que no le cortaran el pelo y llevándoles luego a una cueva llena de tesoros, instándoles a tomar lo que desearan, pero al querer salir de ahí, la bruja había desparecido y los visitantes no encontraban la salida, hasta que regresaban los objetos que habían tomado. Continua diciendo la fábula, que la bruja bajaba todos los sábados, día de comercio (en Sayula), con un cargamento de escobas a vender en el tianguis y que ese día, se hacia tan gran venta, que todos los comerciantes, con gran beneplácito de su parte, terminaban su mercancía, no así los  días que no venía, en que la venta era mala. Sin embargo, en una ocasión, indeterminado funcionario impidió a la bruja vender su mercancía, siendo tanto su enojo que se regreso con ella, yéndose desde entonces a venderla a Zapotlán cuyo comercio, sigue diciendo el relato, que era inferior al de Sayula, subió tanto que superó al de éste pueblo. No paró ahí el enojo de la bruja, sino que,  el río que corría permanentemente (por Sayula), fue encantado por ella y desde entonces su cruce permanece seco casi todo el año. "(Munguía Cárdenas, Federico… op. cit.)
Este relato parece ser muy reciente, una variante de uno quizás más antiguo, pero los elementos que se pueden rescatar, de esa antigüedad, parecen ser, la referencia a la figura femenina, que ambigua si sitúa entre la maldad, la bondad y la venganza. La tragedia parte de una mujer que evita ser robada con engaños, dejando a los ambiciosos frustrados, lo que me parece una alusión a los españoles y su ambición por los tesoros; el pelo que no quiere que le corten y que usa para sus brujerías, tiene una referencia sexual en lo sueños según Freud, otra reminiscencia de  la conquista española  y el papel de la mujer en esta. la perdida de la bonanza económica y el agua, refieren a la perdida del mundo indígena, que se actualiza en la revalidad entre Sayula y Zapotlán, que ganó este último a mitad del siglo XIX; que parece ser, que fue cuando el relato se reconstruyó de uno más antiguo. Por último un relato más que refiere a lo ambiguo de la figura femenina en Sayula, ahora llevado a rol de género.
                                   "La Pelona”
En los últimos años del siglo XIX, en los llanos cercanos al cerro del sobrerito o el soyate, en la sierra de Tapalpa, vivía un individuo muy macho, de campo a carta cabal, que llevaba a cabo personalmente las duras tareas inherentes a los campesinos en su rancho; lo mismo mataba un animal que derribaba una res, fajeaba con su machete al que  osaba atravesarse en su camino, cuando cabalgaba a lomo de su caballo buscaba pleito con cualquier cristiano. Manejaba con maestría la pistola y se hacia respetar por dueños y vaqueros de los ranchos y haciendas vecinas. Sin embargo, un día, pasando el medio siglo de su vida, la muerte lo sorprendió y, fue al arreglar el cadáver para inhumarlo que descubrieron que aquel ranchero arrojado y valiente era mujer y no el hombre que siempre había aparentado ser. Desde entonces, el potrero de su propiedad se conoce con el nombre del potrero de la Pelona, mote que le pusieron los campesinos por ser mujer y traer el corte de pelo de un hombre." (idem)
Este relato, se centra en los valores de género de la región, no es de una antigüedad que nos remonte a la colonia o a la época prehispánica, es muy decimonónica. Tras este relato que bien pudo ser real, se esconde el inconsciente colectivo siempre complejo y desconcertante que, muy bien podría ilustrar una de las tesis psicoanalíticas sobre el machismo: como tal, este fenómeno social, podría tener su origen en la misma mujer, dado que ella reproduce los valores machistas en los hijos varones; podría ser en un primer momento por enajenación, pero también podríamos encontrar otros elementos que tienen que ver con el control de la mujer en una sociedad patriarcal donde la ambivalencia de la figura femenina, da poder a la mujer en su figura de madre asexuada, lo que se podría llevar hasta el complejo de castración en la mujer como un factor determinante en la organización de lo social en comunidades patriarcales. Esta mujer era poderosa porque negaba su genero, como la madre niega su sexualidad y genitalidad, para conservar su genero sin perder poder y coacción social.

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