sábado, 15 de octubre de 2016

Los pactos de Letrán de 1929 y la guerra cristera

                 Por Federico González Alfaro

Las coincidencias no existen, menos si se tratan de religión y/o de política.
Hace unos meses les prometí que les iba a hablar de la inscripción del imafronte del templo parroquial de Sayula: "Basílica lateranense".  Púes bien, lo prometido es deuda:
En el año de 1929, el papa Pío XI y Benito Mussolini, firmaron los pactos de Letrán.


¿En qué consistían dichos pactos? Antes de hablar de los mismos, tenemos que comprender el momento histórico que vivía Italia en ese periodo de tiempo. Su servidor les puede hablar perfectamente sobre la historia italiana. Toda mi familia paterna es europea (española, italiana e inglesa). Una de mis bisabuelas paternas,  pertenecía a la familia italiana de los Cosca, familia Lombarda de Bergamo, que emigro a España (Balmaseda) por la gravísima situación que atravesaban en su tierra natal. Esta grave situación, que obligo a muchos italianos, no solo lombardos, también y sobre todo a calabreses, napolitanos y sicilianos  a emigrar a otras partes de Europa (España, Alemania, Francia, Austria, Suiza) o de América (Estados Unidos, Canada, Argentina, Uruguay y Chile, principalmente),  debido a los excesos de dos instituciones: la iglesia y la realeza. Difícil saber, donde terminaba una y donde comenzaba la otra. (Ya les hablare de los Estados Pontificios, anteriores a toda esta historia).
Mi bisabuela Enedina, y nuestra familia, sufrieron en carne propia estos excesos. Los vivieron con toda intensidad. Hoy, su bisnieto, les va a compartir con mucho gusto esta historia italiana, que la mayoría de los mexicanos desconocen.
Mussolini, salvo financieramente al Vaticano de la banca rota en 1923. El estado italiano, absorbió la deuda del Banco de Roma, institución financiera anterior al Banco del Vaticano. Como gratitud al Duce, Pío XI, ordeno la disolución del católico Partido Popolari (9 de junio de 1923) y su líder, Don Sturzo, fue obligado a regresar a su ministerio sacerdotal. Ya sin la presión del partido Popolari, no hubo en Italia un contrapeso para Mussolini, y este, se convirtió, finalmente en dictador. Pío XI, el 20 de Diciembre de 1926 declaro lo siguiente: "Mussolini es el hombre enviado por la divina providencia".
Mussolini, estaba muy consciente de la grandísima importancia para su régimen, de una buena relación con el Vaticano y viceversa. El Vaticano, para fortuna de Italia, había perdido a los Estados Pontificios (el Estado más pobre y analfabeta de Europa por muchos años) y los Borbones a Dos Sicilias (mitad sur, igualmente pobre, ignorante y explotada) en la reunificación italiana. Gracias Garibaldi, el Vaticano y los Borbones, ya no poseían nada, absolutamente nada de la nueva Italia.
Con los tratados o pactos de Letrán de 1929, el Vaticano, recupero, una pequeñísima porción de su antiguo "reino", al cual, le llamaron, Ciudad Estado Vaticano. Mussolini, cedió  algunos "privilegios" a la iglesia en estos tratados: la religión católica se declaro la única religión del estado italiano; la doctrina católica fue declarada obligatoria en todas las escuelas italianas y tanto maestros, como libros de textos, tenían que ser autorizados por el Vaticano; el matrimonio religioso católico fue declarado obligatorio; el divorcio prohibido; libros, prensa, radio y cinematografía debían ser regulados por las autoridades eclesiásticas; las órdenes religiosas entrarían al presupuesto gubernamental; cualquier ofensa en contra la religión católica, debía ser castigada penalmente. ¿Ahora entienden la famosísima inscripción?
En México, mientras tanto, las políticas de Pío XI, se forzaban a seguirlas al pie de la letra, incluso, con las armas. Trataron de recuperar la posición y privilegios de la iglesia en México hasta antes de la Reforma. La guerra cristera, (1925 a 1929), conto con la bendición papal y sus "soldados" se convirtieron en Mártires. En México, simplemente,  con las armas, se trato de llegar a un "arreglo" similar al conseguido con Mussolini en los famosos pactos o tratados de Letrán, nada que no hubiese tenido antes la iglesia católica en México, hasta antes de Juárez. Parcialmente lo consiguieron, solo parcialmente, después de mucha sangre derramada en el Bajío y Occidente de México (no fue una guerra nacional) y muy pocos los frutos obtenidos. Calles nunca cedió como ellos querían, estaban "asilados", o aceptaban las condiciones, o se quedaban sin nada.

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