lunes, 12 de junio de 2017

        LA POLITICA DESDE GAYOLA

Por Rodrigo Sánchez Sosa

 Frustrante el resultado de las elecciones
Los resultados electorales del pasado domingo en 4 entidades federativas, dan razón de un fenómeno que, si bien no sorprende, si resulta frustrante. Mire usted: sólo en el Estado de México donde las estadísticas criminales, de corrupción e impunidad son de las más altas del país, el PRI utilizando cínicamente todo el poder de las instituciones públicas para favorecer a su candidato, gana. Éste tipo,  hijo de un ex gobernador, nieto de un ex gobernador y pariente del presidente de la república, casi por derecho de sangre, se queda con el triunfo electoral del Estado de México, con apenas tres puntos porcentuales de diferencia con respecto a su competidora más cercana, la candidata de Morena.
A pesar de tener a su disposición recursos ilimitados, el candidato del PRI hoy gobernador electo del Estado de México, apenas ganó la elección. El PRI lo sabe, esas no son buenas noticias para ellos. Si bien en este juego amañado de la democracia mexicana, se pierde por un voto, no es suficiente para gobernar, ya no digamos un estado, un país. Ya el totalitarismo autoritario con una tradición de más de ochenta años, no será posible. Pero no cantemos victoria los ciudadanos, una nueva forma de autoritarismo se está gestando. Se buscará más lo practico en el ejercicio de este nuevo autoritarismo, que la simulación. Sólo basta con ver las actitudes de los militantes priistas, están convencidos de que la imposición de sus formas es lo mejor para el país, ya no hay una imagen de un nuevo PRI democrático, joven, moderno; no, se apela al fundamentalismo. Una actitud facistoide, fanática.
Las formas más crudas de este nuevo orden autoritario, se acentuarán conforme pase el tiempo. El orden político a modo se ha deteriorado, está en crisis, aunque su estructura continúe en uso. Las nuevas generaciones de esta casta divina que regentea el poder en México, es más inepta, idiota y ñoña. Eso pasa con las casas gobernantes de todos los imperios que, llegándose a creer su propia mentira, actúan como si el poder fuera un derecho que por sangre les corresponde, de ahí que no se preocupan por consolidarlo ni mantenerlo eficientemente, en el entendido de que se puede perder. Ya que el poder, según este decadente punto de vista, les pertenece por derecho casi divino, el autoritarismo se recrudece y justifica.
Si pensamos que el candidato priista Del Mazo, en el Estado de México ganó con el 33% de los votos y su contrincante más cercano, muy cercano más bien, la candidata de Morena, obtuvo el 31%; estamos hablando de que 70% de los mexiquenses, no votaron por su nuevo gobierno. Grave. Elecciones en ese estado que el PRI ganaba fácilmente con más del 60% de los votos, hoy apenas pudo ganar con la mitad, mitad que le arrebató un partido nuevo, apenas formado. Eso habla del problema para gobernar un estado, problema que requeriría un estadista capas, y no un junior a costumbrado a no ensuciarse las manos con trabajos que requieren salir al frente de un gobierno que no es popular ni aceptado mayoritariamente. La única forma alterna de que eso funcione con un incompetente al frente, es la represión de un autoritarismo dictatorial que ya no guardará las apariencias; obviamente manejado por subalternos sin escrúpulos a los que no le tiemble la mano a la hora de reprimir con toda la fuerza del estado.
Podría decirse que Jalisco no es el Estado de México y que no debería preocuparnos lo que allá pase.  Error. Estamos frente a una cuestión análoga de le que será la elección federal de 2018. Las reformas que permitan sostener una presidencia de la República en análogas circunstancias a las de hoy en el Estado de México, ya debieron de haber comenzado. Y así es, iniciativas como las de seguridad que involucran al ejército mexicano, ya se cocinan en las cámaras, y se pacta seguramente con los mandos castrenses que estarán al frente de las fuerzas armadas en la próxima administración federal. Todo encaminado a proteger un gobierno federal débil políticamente hablando.
Y ciertamente Jalisco no es el Estado de México, las cosas en el occidente de México tienen sus propias reglas y particularidades. También aquí el PRI posee la capacidad de utilizar todas las instituciones del estado para apuntalar un resultado a favor de su partido desde el gobierno. Los enemigos más cercanos, son de casa y a la oposición la tienen medida. A ojos cerrados, los jaliscienses de la región sur sabemos que el próximo candidato a gobernador de Jalisco será Arturo Zamora del PRI y que fuera de la zona metropolitana de Guadalajara, Enrique Alfaro, no es figura conocida en Jalisco. Aquí en Sayula Movimiento Ciudadano, se ha llenado de priistas, nuevos y viejos (mañosos los dos), a los que ya se les puso por mote los priistas naranjas. No sabemos cuál sea el truco, pero conociéndolos como a los zopilotes, donde vuelan está el muerto.
Algo que los mexicanos comenzamos a entender de estas nuevas formas es que, ya no hay ya un sólo PRI,  hay varios, de distintos colores, no solo Nueva Alianza y el Verde, también están todos los demás, que cual pequeños Frankensteins, están remendados con políticos, mapaches y coyotes priistas; eso hace que la derrota total del PRI no sea posible. Entre las opciones al PRI uno debe escoger entre ex priistas y gente tan mañosa y corrupta como ellos. Las formas debido a esto y al creciente descontento y frustración harán necesario una mano dura del régimen dictatorial vetusto.
Mientras llegan las elecciones, mientras se destapan los tapados, mientras se cocinan las leyes que permitan la represión con pretexto del crimen organizado, no nos queda otra que organizarnos como pueblo, no dejarnos embaucar por los merolicos de siempre, ni soñar que a Sansón cualquier nango lo puede patear. En el margen de maniobra que se nos permite podemos movernos para bloquear algunas de sus medidas y no permitir que trasformen a este país en un cementerio más grade lo que ya es. El margen legal y económico aun nos permite ciertas acciones, pero la primera y principal a la que no debemos de renunciar como un derecho muy caro, es a votar, a votar en contra de ellos, de quienes nos han tenido con la bota sobre nuestro cuello ochenta años, no importa de qué color se vistan, es fácil reconocerlos. El otro derecho es el cuidar el voto, defenderlo, denunciar los delitos electorales. Si su opción es votar, como mínima obligación tiene hacerlo en contra del opresor y defender su decisión, Si decide no hacerlo, está también obligado a manifestar su inconformidad por lo mediocre del régimen que no ofrece dignidad en sus formas de representación popular. Ellos creen que tienen todo controlado para la próxima, pero también saben que en cada elección se la juegan. Muchas pendejadas se cometieron y siguen cometiendo en este país en nombre de la ciudadanía, y eso puede durar ochenta años, pero no para siempre, que no se les olvide.

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