La Identidad de una Columna
Por Lizeth Sevilla
Hacer un paréntesis es entrar en una dimensión distinta
y se introduce en el agua tibia de una tina.
Carmen Villoro
En esta ocasión hago un paréntesis para tratar de darle una identidad a esto que he venido haciendo desde hace ya algunos meses, compartiendo con cada uno de los lectores de este semanario, las diferentes historias de hombres y mujeres que ejercen la vida de un modo creativo y a veces difícil. Es necesario poner un nombre a esto de expresar lo que otras voces vienen y comparten, a esto de garabatear a diario las historias de entes que ávidos vomitan para no quedarse ciegos y mudos ante la descomunal presencia de experiencias.
Como escritora, lo más difícil de un escrito es cuando hay que llamarlo por su nombre, cuando después de surcar la hoja de instantes, hay que ponerle un título que lo englobe todo. Ser columnista de un medio supone muchas cuestiones, supone tener responsabilidad en el manejo de la información, supone tener un compromiso con los lectores que ávidos nos leen ejerciendo un debate que como escritores no vemos, pero esperamos se genere en las bancas del jardín, en las peluquerías, en los muchos o pocos hogares en los que nos lean.
Cuando era más pequeña, infería que los escritores tenían alguna especie de don al momento de hacer sus monumentales libros, infería que nadie los podía ver, que eran una especie en peligro de extinción y que formaban parte de la imaginación de alguien, con el tiempo me di cuenta de que no estaba muy errada, pero que la mayoría -por lo menos los que se dan cuenta- son mortales, mundanos, básicos y de un modo excitante, solitarios y que escribir nos permite estar de algún modo acompañados, tener la certeza de que generamos el dialogo aunque no estemos presentes, de que mantenemos un vinculo por antonomasia.
Debo confesar que tengo una fijación por Sayula, he coincidido con grandes personas que han sumado creatividad y movimiento a mi modo de crear, que es difícil no apegarse a sus calles, a su historia, a sus tradiciones y particularmente a su gente. Estar en otra ciudad me permite observarla detenidamente, anhelar en algún momento tomarme un café y fumarme un cigarrillo bajo alguna sombra de algún árbol en el jardín, quedarme sin la premura del autobús sentada leyendo algún buen libro de poesía o simplemente -como ya lo he hecho antes- observando desde algún portal la calma de esa gente que camina inmutable con sus bolsas del mandado llenas de instantes, de experiencias, de dolores, de personas…
Quiero tener el honor, de que ustedes, que nos leen semana a semana le den un nombre a este ejercicio de compartir, a esta columna que por fortuna se ha mantenido viva gracias a sus comentarios y gracias a que día a día surge material de donde garabatear, porque la realidad no está completamente enunciada. Propongo que ustedes, lectores, lleven a la dirección de este semanario sus propuestas para darle un nombre a esta columna o escriban a la dirección horizontesnewsp@hotmail.com sus sugerencias. Como todo en la vida, estos escritos necesitan identidad, aunque es difícil englobar en un nombre las historias que otras personas comparten para llenarlas de tinta, verbos, adjetivos y que por medio de la palabra -asunto tan complejo- puedan ser debatidas, desmenuzadas, vividas por otros.
Por fortuna o por desgracia los escritores no somos invisibles, no tenemos super poderes que salen de las orejas para que cuando vayamos en la calle, las personas nos reconozcan- como escribió el poeta Jaime Sabines- , pero tenemos la fortuna, infaliblemente, de compartir con los lectores nuestra visión en unas ocasiones torcida en otras contundente de la realidad. Esperamos sus sugerencias.
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