De la Tierra y sus queveres
Por Angie Leyva Araujo
Mi Madre tierra
Gracias por guiar mis pasos en tus campos
Gracias por arrullarme con tus cantos
Gracias por mis entrañas que dan vida
Cuídame a mi y a mi cosecha y
procura que siempre te cuide
Actualmente hemos establecido una distancia que cada vez es mas marcada entre la naturaleza y nuestro cuerpo, ya no percibimos a la naturaleza como un ser vivo.
Existe un vínculo entre los seres humanos y la comunidad natural, un vínculo ancestral que se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo, hemos perdido el dinamismo que se establece entre el hombre y lo natural.
El hombre se ha convertido en el centro del mundo, se siente separado de las otras especies, esta independencia que se ha creado le ha permitido justificar el dominio y la explotación sobre el resto del mundo viviente. La naturaleza no esta al servicio del hombre, ni es un paquete, no es un producto a comercializar, no es un producto para el hombre.
Es realmente alarmante lo mucho que hemos destruido la Madre Tierra, la que nos deja vivir en sus entrañas, pareciera que le declaramos la guerra a la misma naturaleza, es necesario y urgente la creación de una nueva relación con la Tierra, sobre todo con este colapso de los ecosistemas que estamos viviendo actualmente, la ruptura definitiva con la naturaleza parece cada día mas inminente.
Un cambio de relación con la Tierra necesita un reajuste de nuestras actitudes, percepciones y sobre todo acciones, necesitamos nuevas formas de sanar a la Tierra y reconciliarnos con ella. Debemos recordar que el cuerpo humano, nuestro cuerpo, y el cuerpo de la tierra, nacen y se desarrollan juntos. Nuestra vida es un intenso comunicarse con el entorno, al crecer y desarrollarnos lo hacemos dentro de la tierra misma.
Caminamos si mirar aquello que nos rodea, no miramos nuestro entorno, nuestra madre tierra que a cada paso se entrevera, dejemos de lado nuestro lenguaje totalmente humano y prestémosle atención a aquello que nos rodea, la naturaleza a cada paso. En la banqueta atravesada por la raíces de un árbol viejo y lleno de historias, en la macetas que cuelgan de alguna casa, en aquellos campos donde pasamos nuestra infancia, abramos un dialogo entre la naturaleza y nosotros.
Es cierto que nuestro estilo de vida nos envuelve en un correr, en un tiempo apretado que apenas alcanza para respirar, que el tiempo nos falta, pero recordemos que no están separados nuestro cuerpo y nuestra mente, que no están separados el hombre y la naturaleza, tratemos de armonizar y sobre todo de cuidar a la Madre de todas las madres, que se nos comienza a terminar.
Es justo decir que existen muchas personas que no han perdido este vínculo y que están luchando por hacer conciencia en todos nosotros, como el grupo Pachamama de Sayula Jalisco, son varios chavos los que conforman este grupo, los cuales realizan festivales a favor de la Tierra, llevando a cabo talleres y pláticas de concientizaciòn a favor de la armonía con la naturaleza.
Hace un año me toco asistir a uno de sus eventos y fue sumamente interesante en contenido y muy rico en convivencia, es satisfactorio darnos cuenta que son muchos luchando por no perder el vínculo con la gran Madre Tierra, no desistamos en nuestro esfuerzo por continuar cuidando aquello que nos permite vivir dentro de sus mismas entrañas.
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