Resulta inevitable no observar cómo en la feria del Ramos los productos tradicionales de barro son cada vez menos en relación a otros como el plástico. Cada año es más que evidente la disminución de los puestos que venden loza de barro como los tradicionales jarros, botellones, cántaros y figuras decorativas para dar paso a nuevos puestos de productos diversos principalmente de plástico con lo cual poco a poco se va diluyendo la venta de dichos productos de barro tan añejos como la tradición misma. Igualmente son cada vez menos los puestos en donde se expenda productos de madera, los muy solicitados juguetes de madera apenas si se observan algunos cuantos cuando en otras èpocas era la delicia de todos los niños los camioncitos y carritos de madera que como se ve ya pasaron a la historia. Por ahí recordamos los juguetes como boxeadores de madera, las culebras y caballitos de este mismo material que ahora sólo serán juguetes del recuerdo porque a los niños actuales ya sólo les llaman la atención los Ipods, las computadoras y los teléfonos celulares. No podemos menos que también recordar en una época no muy lejana, las fiestas del Ramos que se hacían en Sayula que además incluía una feria de comidas locales y regionales que, dicen, se ponía en uno de los portales del Parián un autèntico agasajo de platillos a los que acudía no sólo el público local sino que era una gran fiesta popular a la que asistía mucha gente procedente de los municipios aledaños. La tradicional cantina-terraza que se ponía en una de las calles representaba además una tradición que si bien se ve igualmente se extraña. El concepto de que por ser cantina se vea mal en el centro de la ciudad a juicio de los muy puritanos, no parece tener el suficiente sustento habida cuenta de que se trata precisamente de una tradición de muchos años y que en todo caso se toma como tal y no como proliferación del vicio.
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