martes, 13 de octubre de 2015

LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa

Tenemos nuevo presidente en el municipio de Sayula, el presidente electo Jorge Campos, asumió las funciones de su investidura la semana pasada, así como otros alcaldes electos en los distintos municipios del estado. El señor gobernador, hizo un llamado a trabajar por los ciudadanos sin distinción de partidos políticos y deseo suerte a los nuevos encargados de la administración pública en las demarcaciones políticas de Jalisco. Cosa de los formalismos diplomáticos con fines propagandísticos del gobierno estatal en manos del PRI.
    La verdad tras las apariencias, es, todos sabemos, otra. Pero esa es la política, no hay nada de inmoral en ello, el político debe aparentar, convencer de lo que no es y crear una imagen idealizada de su gobierno, es su chamba. Pero, en eso no se agota su vocación, debe al igual servir, decidir, resolver problemas y proponer creativamente iniciativas de beneficio común. En los usos y costumbres de la política mexicana, esto último, que no tendría que ver con lo primero, es también permeado por la apariencia, el servicio y el buen ejercicio de la función pública, es ilusión, farsa, propaganda. Así funciona el sistema, y no es porque lo deseable en un servidor público sea un ideal inalcanzable, sino porque este es un país corrupto, simplemente.
    Todo lo anterior es lugar común, no solo en la prensa nacional, sino en las calles y lugares públicos. Es más, ya lo dijo Peña Nieto, y no exageró, que la corrupción es parte de la cultura en México (implícitamente reconociéndose así mismo como corrupto... ¡ay ese Peña Nieto!) Algunos puristas, pusieron el grito en el cielo, de que aquello era un insulto, una herejía, una más de las burradas de Peña Nieto. Burrada sí, pero, es la verdad. La corrupción no es algo nuevo en México, durante la colonia, los encomenderos, tenían aquel famoso dicho de "la ley se acata pero no se cumple"; y abusaron de las comunidades indígenas hasta casi exterminarlas, pese a que la corona española poseía leyes que prohibían la explotación y los malos tratos a los súbditos indígenas, reconocía su derecho a las tierras comunales y a ser tratados con dignidad. Pero lejos de como estaban esto súbditos del imperio español, los indígenas, fueron victimas de la corrupción de los peninsulares, que acataban, pero no cumplían la ley.
    Ya consumada la independencia, las grandes haciendas y sus hacendados, culminaron con el proceso de despojo de la tierra comunal indígena, en un país cuya constitución defendía los derechos de  igualdad del hombre en sintonía con el ideal ilustrado que dio origen a la guerra de independencia; donde la ley ordenaba la libertad de cualquier esclavo al pisar territorio nacional, pero  los campesinos pobres e indígenas vivían como esclavos en las haciendas, con la complicidad del gobierno, que vio en las practicas esclavistas de los hacendados y el despojo de la tierra comunal, que hacia florecer la propiedad privada de los latifundios, el motor del progreso, sin reparar en la ley, que sólo era usada por el gobierno para chantajear y extorsionar a los latifundistas cuando la oportunidad lo permitía. En gobierno independiente de México en el siglo XIX, era un gobierno corrupto, que se vio sumido durante todo el siglo en luchas por el poder que fragmentaba y dividía a los ciudadanos y al país. Fuimos impunemente invadidos, y despojados por Estados Unidos de la mitad de nuestro territorio nacional, mientras éramos defendidos por líderes de poca calidad moral como Iturbide o Santana. Cierto existieron momentos de profundo nacionalismo y heroísmo innegables, pero luego volvíamos a ser víctimas de los corruptos que lograban infiltrar de nuevo el poder e imponer esta nefasta tradición de desobediencia de la ley e impunidad. Durante la Revolución de 1910, cientos de miles de personas murieron en campos de batalla, con la dignidad que los gobiernos y clases altas decimonónicas le habían negado, pero fue lo único que obtuvieron como premio, de nuevo, la sanguijuelas se colaron al gobierno y se beneficiaron de la muerte y sangre de aquellos que habían decidió no seguir siendo humillados y despojados por la corrupción del poder. Dar cuenta de la corrupción luego del triunfo de la revolución mexicana no es difícil; de Abelardo Rodríguez a Díaz Ordaz, con excepción del sexenio de Lázaro Cárdenas, se pueden contar corruptelas que rayan en traición a la patria; y de Luís Echeverría a la fecha cuénteme usted. Entonces ¿Es o no parte de nuestra forma de hacer las cosas, la corrupción, como dijo Peña Nieto? (los burros de vez en cuando tocan la flauta). En la vida diaria, no se diga, seamos honestos y reconozcamos nuestro problema, no hemos logrado ser honestos. ¿Sabe por qué? porque quien lo es, queda aislado ¿cuánto sobrevive  una empresa, una persona, un político, un ayuntamiento que no se preste a la corrupción, en un país donde ésta es la norma no escrita pero indispensable, para cerrar trataos y resolver problemas? No se ofenda amigo lector, es tan común la corrupción en el país, que la mayoría del tiempo, no nos damos cuenta que la estamos fomentando, practicando y sufriendo.
   En México muéstreme a un incorruptible y le mostraré a un fracasado, a un loco o a un tonto. No, no está en nuestros genes, ni estamos condenados a ella, la corrupción sobrevive porque sobrevive la ignorancia, es ignorante pensar que la impunidad se puede comprar y vender sin que tenga repercusiones, un costó para el país, la sociedad y la cultura: el que tira la basura en la calle, se sabe impune, pero es ignorante si cree que no le afecta, por ejemplo. El que roba el dinero público, se sabe impune, pero igual es ignorante si cree que no le afecta. Allí están nuestros flamantes gobernantes, aparentando ser inmunes a la corrupción, puros e inmaculados servidores públicos democráticamente electos; pero son ignorantes al creer, primero que no nos damos cuenta de sus calculadas estrategias de repartimiento del poder, y luego porque creen que lejos de afectarles el presentarse a la corrupción, aunque sea un poquito, y sin que nadie se de cuenta, los beneficia ¿qué veo?
    De entrada, en el municipio de Sayula, en la nueva administración, mucha ignorancia; un ejemplo, si yo Jorge Campos, engañándome, pongo en un puesto público con sueldo y prestaciones, aún así mínimas, a una persona sin perfil para dicho puesto, estoy fomentando la ignorancia, apoyando la mediocridad, defraudando al municipio y como consecuencia corrompiendo el servicio público. No sé trata aquí de decir quién si y quién no debe estar al frente de una dependencia municipal, sería tan corrupto como lo que critico, se trata simplemente, de ser honesto y no confundir el oficio de político con el deber de político. Señor campos vea bien su equipo, ahora su obligación política se volvió ética. Años de historia de corrupción tiene en contra, usos, costumbres y chantajes se suman para empujarlo en el mismo cause, pero la verdadera libertad humana consiste en que se puede decir "NO" a todo eso, para lo cual hace falta un valor que pocos han tenido en nuestra historia. Se puede decir que el nuevo presidente de Sayula conoce muy bien dónde está parado, a hora veremos si está a la altura moral de las circunstancias que le permita, no beneficiarse él, sino beneficiar a Sayula, o es uno más del montón, como los que le han precedido. Lamentablemente dudamos que haya una diferencia, porque, como dijo Jesús: "Nadie pone vino nuevo en vasijas viejas".

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