sábado, 30 de enero de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa

La institución burguesa del matrimonio y la castración como institución moral.
'El amor al igual que lo sueños y las esperanzas de las personas no se puede comprar, no necesita protección y no necesita ser encerrado, mutilado o aniquilado, mientras haya vida en el mundo. El amor libre se da o no se da. Existe o no existe. No puede ser condicionado por aparatos legales, instituciones religiosas, o compromisos políticos. A lo largo de la historia de la civilización burguesa y del capitalismo como sistema económico y social, el matrimonio fue siempre y lo sigue siendo, el mecanismo automático más eficiente con que cuenta el empresario, le cura y el burócrata para sostener y reproducir dicho sistema. Excepcionalmente el matrimonio podría conducir al amor o viceversa.  Pero estas rarezas hacen que la regla adquiera niveles traumáticos, cuando en la sociedad contemporánea, la mitad de los matrimonios que se realizan, sea por la iglesia o por los juzgados, difícilmente remonta el umbral del primer año. No es que los hombres y mujeres jóvenes de nuestros días, estén expuestos a situaciones reales o cibernéticas; o que los requerimientos sociales, económicos y culturales ofrezcan una tentadora y amplia gama de alternativas de enriquecimiento en todos los órdenes, es que las personas, cada vez se acercan mejor a una comprensión realmente significativa de lo que son sus sentimientos, afectos y pasiones. Las prescripciones religiosas y jurídicas pertenecen al pasado y hoy la gente ha llegado a comprender que el verdadero amor, la amistad y la solidaridad no residen en las resonancias de la parafernalia matrimonial, o en los requerimientos de la sociedad burguesa, por reproducir su opresión y anquilosado orden de cosas. La mayor parte del tiempo el amor y el matrimonio encuentran muchas contradicciones en las relaciones afectivas de las personas. Como detrás de cada compromiso matrimonial hay un atestado de leyes, principios, evidencias, documentos, obligaciones, pruebas y rituales de fidelidad, que nada tiene que ver con el amor y l amistad que se guarda para la pareja involucrada, evidentemente, la espontaneidad y la trasparencia salen perjudicadas. El sacrificio en la alcoba de estos tres elementos, solo prueban que al espíritu humano no se le pueden poner camisas de fuerza, aunque se encuentre en primer plano las preocupaciones demográficas o reproductivas del sistema económico burgués. Toda acción verdaderamente amorosa tiene repercusiones éticas a corto plazo, en la apremiante inmediatez de la vida cotidiana, es un asunto que casi no merece discusión. Que el amor motiva al artista, al poeta, al músico, al arquitecto y al verdadero intelectual es un tema que supera una simple reflexión sobre el conocimiento de  vocaciones. No obstante estas cosas se dejan de lado por obvias, sin reparar que su obviedad tiene un sustrato afectivo  de serias implicaciones para la construcción de una humanidad solidaria, libre y productiva.  Son las mujeres las que reparan en la naturaleza afectiva de esta obviedad, porque han vivido en su propia piel la naturaleza moral de la ausencia de amor, afecto, pasión y amistad. Sin embargo la burguesía, la iglesia y el estado se felicitan, porque l mayoría de esa mujeres están "bien casadas" Ellas se han llegado a parecer tanto a su personaje que el simulacro, cuyo lato precio es la encarnación delas enfermedades mentales (los hijos)  convertidas en la mejor evidencia de su sacrificio, contamina toda la vida de estas mujeres y las torna volátiles, insustanciales, apenas aptas para la pasarela del carnicero que es la opción del matrimonio, la única que la sociedad burguesa le concede a las mujeres para darle sentido a sus existencias. En la lucha por la supervivencia, muchas mujeres fueron obligadas a simular. El disfraz, la mascarada, el gesto y la mueca obligada forman parte de la tiranía cotidiana que supone la construcción de un matrimonio "que funcione" Mientras tanto se posponen los  aspectos esenciales que configuran la relación de pareja: el amor la amistad, la esperanza, los proyectos compartidos pero nunca confundidos y, sobre todo, la alegría de vivir. Como el matrimonio burgués esta concebido con criterio empresarial, es un acuerdo financiero, apuntalado por la gestión y crianza de los hijos, una vez que esto que hace atractivo el "negocio" desparece, la magia del primer embrujo desaparece, y con ella la agenda matrimonial. Despojado de estos atributos, el matrimonio perdió su pretendido vinculo mitológico con los fundamentos vertebrales de la cultura occidental y degeneró  en un insulso trámite judicial o religioso para legitimar el sexo ante las vista de la moral instituida por organismo eclesiales que han hecho de la castración algo institucional.' (Anarquía Orden sin autoridad; Rodrigo Quesada)

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