domingo, 17 de abril de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa

"Hoy fue día de duelo en Sayula pues no se oían otra cosa gemidos y gritos de familias desoladas….todos el presente mes (fue) de amargura y sufrimiento para los habitantes de Sayula, casi no hay calamidad que no hayan probado en estos días tan aciagos, no se ve más que miseria y familias abandonadas a causa de la leva tan sin limites que se ha sufrido y sabe Dios lo que seguirá pues la guerra cada días es más cruda….Desde que llegaron las tropas del gobierno hasta el día en que salieron, todo fue alarma y ansiedad en Sayula…todo faltaba en Sayula, la pastura no se encontraba ni para un solo caballo, la carestía era suma y se puede asegurar que hubo en 9 días una hambre horrible, pues nada entraba de fuera y hasta el agua fue cortada por el enemigo para privar de este recurso a sus contrarios…En este mismo día los federales incendiaron la hacienda de Amatitlán donde había un deposito de maíz y pastura y se llevaron toda clase de animales, ahuyentando a los vecinos de aquella hacienda…todos los hombres del pueblo andaban huyendo por el monte temerosos de ser secuestrados por la leva…las campanas del templo de la tercera orden de San Francisco que eran las únicas que habían quedado, las bajaron para reducirlas a metralla…al padre Flores lo llevaron a distintos cuarteles y lo encerraron en calabozos, a media noche lo sacaron y le cortaron la cabeza, sin saberse por qué causa…" José Ignacio Vázquez Bravo. La revolución de 1858. Ed. Tzaulán 1983.
Este relato de la guerra de los tres años entre liberales y conservadores, en la cual Sayula fue un punto estratégico, contado por un vecino del municipio que describe la situación de la gente de Sayula en los dos últimos años de este conflicto, nos da una idea de las dimensiones del sufrimiento que las familias de la localidad llegaron a padecer durante estos sucesos históricos que hoy parecen tan lejanos que se antojan mera leyenda o mito. Pero no son de ninguna manera tal cosa. Los acontecimientos de aquella guerra llevaron a las tropas conservadoras y liberales a disputarse la plaza de Guadalajara en una guerra donde la plaza de Colima jugo un papel importante como salida al mar, y Sayula quedo en mitad del conflicto por su posición estratégica. Tomada alternativamente por liberales y conservadores, la plaza de Sayula fue asediada por ambos bandos que le imponían impuestos de guerra onerosos y se llevaban a sus hombres más jóvenes por la fuerza a combatir en ambos frentes, dejando abandonadas familias completas a las cuales los hijos adolecentes y el padre les eran arrebatados para no volverlos a ver tal vez nunca más. El gobierno local, igual era ocupado por facciones de estos bandos, e incluso Vázquez Bravo relata que en no pocas ocasiones se quedó acéfalo el gobierno local. También relata, desapariciones, ejecuciones y decapitaciones de vecinos del municipio. La división entre los pobladores que reflejaba el conflicto que se vivía en el país, eran notables, y apenas se conocía de triunfos importantes de algunos de los bandos en Sayula, sus partidarios salían a festejar a las calles con música y borrachera mientras los contrarios ideológicos se escondían en sus casas. Las hostilidades hacia la iglesia católica por parte de los conservadores eran toleradas y hasta alentadas, por su parte la iglesia tomaba represarías al respecto negando los sacramentos a los ciudadanos que consideraba relacionados con los liberales, aún a los moribundos. En aquel lejano octubre de 1859 una pequeña imprenta liberal en Sayula publicaba un pequeño periódico nominado "El Boletín", al que Vázquez Bravo califica de  horroroso y blasfemo "…cuyos artículos solo inspiran odio, impiedad y desenfreno…". El pasquín se repartía entre los sayulenses de forma gratuita.
Este tiempo aparentemente lejano, puede no estar tan distante de lo que hoy vivimos, nuestra posición geográficamente estratégica sigue siendo privilegiada, la guerra que vivimos hoy toma nota de ello y la plaza de Sayula es cruce de caminos entre las tropas federales y las del crimen organizado. Sabemos del sufrimiento humano que esto ha traído al municipio,  muchas familias locales las ha enlutado esta guerra. La ansiedad que esto provoca la conocemos perfectamente, no necesito decir más. Basta leer relato de primera mano como el anteriormente citado, para darnos cuenta hacia donde vamos si esto continúa, aunque lamentablemente no depende nosotros que esto se detenga; pero, es claro que la división social que ello provoca si depende de nosotros, la forma en que nos dividimos los sayulense es irresponsable y potencialmente peligrosa. Recientemente leímos en un pasquín local, porque no se le puede llamar de otra forma, una apología a la división infructuosa del ayuntamiento, que como es su naturaleza surge de chismes e intereses mezquinos de unos pocos. Los regidores hacen bloque contra el presidente municipal acusándolo de mal gobernar, uno se pregunta ¿que no quien gobierna el municipio es el cabildo como órgano rector facultado legalmente para ello? ¿Cómo puede entonces recaer la responsabilidad de lo que se hace o se deja de hacer en el gobierno de Sayula en una sola persona? Estas divisiones no benefician a Sayula y no se puede felicitar este tipo de actitudes; peor aun, un pasquín no puede dictar la política municipal del poder como si fuera parte de los órganos de gobierno (aunque lo ha venido haciendo impunemente desde no hace poco), ese no es el papel de la prensa. En el situación tan delicada que nos encontramos como municipio, por nuestra situación geográfica en medio de una guerra, que no se le ve fin, este tipo de divisiones, tanto de los gobernantes como de los gobernados, nos debilita nos hacen vulnerables ante las situaciones que el desafío de la guerra actual representa. Si queremos ver hasta dónde se puede llegar con las divisiones irracionales en el municipio, vayamos a la historia, la guerra de los tres años aquí en Sayula en 1859, ni fue hace tanto tiempo ni es una leyenda. Esto es preocupante. Nos sorprendería saber cómo esta gente que hoy se rasga las vestiduras por el pueblo, dentro y fuera del gobierno, tiene, como en 1859, a sabiendas o ignorándolo, un implicación en este contexto histórico; por ello, las divisiones en el fondo no pueden ser benignas para Sayula, definitivamente.

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