miércoles, 18 de noviembre de 2009


La Carreta y Los bueyes.....

Por Rodrigo Sánchez Sosa

El Carretero...

Estimados lectores, les agradezco mucho la amabilidad invaluable de su atención a esta columna semanal. Como no sabemos cuanto tiempo nos toque cohabitar el mismo planeta, siempre es grato coincidir con personas que aportan elementos que enriquecen la experiencia maravillosa que es la existencia, y es imperativo sentirse agradecido por ello. Gracias. Hoy particularmente la experiencia de vivir en este tiempo tan turbio y difícil se hace pesada. No sé usted, pero cuando uno se da cuenta que la realidad del entorno se vuelve totalmente irracional, es imposible evitar la neurosis existencial. El psicoanálisis define neurosis como la incapacidad de ajustar la realidad interna y la externa en una sola visión coherente para el individuo; ya que esto se deba a trastornos orgánicos o psíquicos del paciente, o a una trasformación radical del entorno del mismo. Así pues, en situaciones extremas de la existencia de un individuo, como puede ser verse en medio de una guerra, donde la realidad externa es alterada significativamente, se desarrolla lo que clínicamente se conoce como neurosis. En los casos de trastornos orgánicos como puede ser alteraciones químicas del cerebro ya sea congénitas o por algún accidente, que impidan a la persona adaptarse a su medio, emocional o físicamente, de forma satisfactoria o en armonía con la realidad externa y la imagen que se tiene interiormente de esta por parte del individuo, se desarrolla también esta enfermedad. Las alteraciones emocionales que desarrollan un desajuste en la psique del individuo, ya sea por conflictos no resueltos o experiencias traumáticas, desarrollan también esta patología mental. No es difícil darse cuenta de lo frecuente que es esta enfermedad en el tiempo que hoy vivimos, el entorno irracional económico, político, social y cultural, no permite una relación sana, mentalmente hablando, del ciudadano particularmente en nuestro país, con su medio social, cultural y natural. Nadie es ajeno a esto. De ahí pues el vacío existencial tan común hoy en día: Lo proliferación de grupos de auto ayuda, sectas de todas las religiones, falsos medicamentos milagrosos, literatura de superación personal (toda ella basura literaria, por su pobreza conceptual y artística), extremismos políticos y sociales (de izquierda, derecha, centro y perimetrales), comunidades virtuales, tribus urbanas, la obsesión por la eterna juventud, la belleza, el sexo y la inmortalidad (cirugías estéticas, implantes, gimnasios y químicos milagrosos); el consumismo desbocado y su enfermiza obsesión al dinero. Todo esto no se resume más que en una cosa: no somos felices. Neurosis es la tipificación clínica de la infelicidad existencial en el hombre. Eros y tanatos, son las fuerzas vitales contra puestas en el hombre, el Yin y el Yan de los chinos, el ser y no ser de los griegos; la vida y la muerte en nuestra cultura occidental. Eros, amor en griego, tiende a la vida; tanatos, muerte en griego, tiende a la nada, a dejar de existir. El hombre pasa por la vida con estos dos sentimientos encontrados dentro de sí, el uno lo hace feliz el otro no. La felicidad no es completa, ni constante durante toda la vida, y debe ser así porque felicidad e infelicidad se condicionan mutuamente. La forma de organización sociopolítica y económica que hemos desarrollado en los últimos doscientos años, como sociedad occidental, agrediendo a la naturaleza, violentándonos nosotros mismos, desarrollando cultos a la muerte, ha traído consecuencias no solo en el entorno ecológico, con un calentamiento global y desgaste de los recursos, sino una neurosis cultural, una infelicidad generalizada, cuyo vacío existencial producido, no lo llena nada. Verdaderamente podemos cambiar la situación política del país, desarrollar nuevas formas de organización y producción de recursos que implemente una estructura económica más viable ecológica y socialmente; pero, si la tendencia a la infelicidad, si la neurosis cultural generalizada (globalizada) persiste, todo ello no será más que buenos deseos, utopías quiméricas o simplemente como dice el dicho mexicano: Batir el agua para volvérsela a tomar. Nuevamente la naturaleza más ruin del hombre aflorará, a pesar de la perfección técnica de los modelos y de los esfuerzos para implementarlos. La felicidad, lo hemos olvidado, y no se necesita ir a "Vive" a que te den 4 para entender; está en las cosas simples de la existencia. No es un reduccionismo, es una verdad sencilla: el sentido de la existencia es que no tiene sentido, diríamos como Claude Levis-Strauss, recién fallecido a los 1001 años de edad. ¿Entonces?... El sentido a la existencia se lo damos nosotros en la sencillez del existir, porque después de esto, como apuntaba este antropólogo y filosofo francés, sigue la nada. Ahí sí: ¿De qué le sirve al rico su dinero y al pobre su orgullo? Frente a la nada, nada. Polvo eres....
La pedantería y el poder, lógica del autoritarismo...
Habría que decir con Roger Batra que, nos guste o no la apertura democrática en el país, trajo la mayoría de los males que vivimos. El principal, el postmexicanismo: El final del autoritarismo revolucionarios, que forjó la identidad del pueblo mexicano el siglo pasado, se colapsó finalmente con la salida del PRI de los pinos. Empujado por el liberalismo sexual y político de los sesentas, el liberalismo económico (el milagro mexicano) y el liberalismo cultural (o contra cultura) de los setenta y la globalización y su doctrina económica de los ochenta y noventa, el neoliberalismo; nos quedamos, los mexicanos, en esta incertidumbre, después del salinismo y la alternancia política en el gobierno federal. No nos quedaba otra que abrirnos como el Japón del siglo XIX, de nuestro aislamiento autoritario y caciquil, para enfrentar un ideal con el que estábamos todos los mexicanos, poco familiarizados: la democracia. Poco a poco, cualquier hijo de vecino, en México, tenía el derecho de expresarse políticamente, de criticar, de proponer, de disentir con el poder. De aspirar al poder político, recién abierto a todos. Ya no era la gran familia revolucionaria, sus socios, amigos compadres y amantes, los únicos con derechos de aspiración política, de voz y voto en lo público. Ahora hasta un pinche payazo podía burlarse políticamente del presidente de la republica en las noticias de la mañana, y hasta podía voltear bandera e irse con su contra parte política por unos milloncitos de dólares, sin el mayor pudor. Bueno cualquier lidercillo revoltoso podía aspirar a uno de los puestos políticos más codiciados, la jefatura de gobierno del DF, y hasta postularse y ganar las elecciones presidenciales en el país. Para la pedantería autoritaria, eso era sacrílego. El ideal democrático chocaba con la tradición, la identidad, el mexicanismo. Las formas no eran esas. ¡Pues claro que no gueyes! Eso era democracia y de eso se trata, o sea que cualquier pendejo puede postularse y ganar un puesto de elección popular, y el costo lo debe asumir quién lo eligió. Pero en la aristocracia (o gobierno de los mejores) mexicana era anatema: o tienes el poder por nacimientos, dinero o las armas, ¡no por los votos chingado!, ni que todos fuéramos iguales, hasta en los perros hay razas...y los discursos de siempre, menospreciando, sin bases, la opinión contraria, los conservadores, la derecha y el clero, se burlan y tachan de locos peligrosos a los que se atreven con todo el derecho a ejercer su opinión. Que tengan o no razón, y que digan muchas veces pendejadas, es otra cosa, pero es su país ¿y en dónde más pueden ejercer ese derecho si no aquí? Su derecho hasta equivocarse eligiendo Vicentes, Andréses o Emilios. Total, el derecho a votar no caduca ( aquí votan hasta los muertos) y lo pendejo si (la muerte siempre ayuda). Lo cierto es que los discursos de derecha tienden a ridiculizar a sus oponentes, con una ingenuidad disfrazada de pomposa elocuencia, verdades a medias, citas fuera de contexto y mucho, pero mucho prejuicio. De dónde sino, autoritarios. Nos dice Roger Batra, que este post mexicanismo nos tiene sumidos en una anacronía como país, buscando volver a la seguridad del autoritarismo con una derecha que quiere mantener el rumbo hacia ningún lado y una izquierda que quiere un cambio hacia no sabe dónde. Atrapados en un nuestro mismo aldeanismo frente a un mundo globalizado que nos come con sus trasnacionales y saquea los recursos naturales mientras todos desconfiamos de todos. Yo en verdad ya no sé que es hoy ser mexicano. Lo puedo sentir, pero no lo sé. Quizás sea hora de buscarnos en el mexicanismo universal de la obra de nuestros grandes pensadores y artistas y no en los discursos del cardenal Sandoval, en las reflexiones de Sergio Sarmiento, en los editoriales de Siro Gómez Leiva o Pepe Cárdenas; peor aún en las novelas de Televisa y T ve azteca o en las canciones de la Trevi o en las nalgas de silicón de Alejandra Guzmán. No cabe duda, estábamos mejor con el PRI...ahí se ven.
PD
"La luna es un pez tenue en la charca de estrellas que anida en tus manos. ¡Cuidado, mucho cuidado! Late al tacto, enfermo de vértigo, es un fistol siniestro con cristales de insomnio, con pedazos de miedo ¡Cuidado, mucho cuidado! Hay un pez enfermo que nada en tus manos..." Melancolía, frac.

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