sábado, 7 de noviembre de 2009

El Negro Guerrero se fue a soñar al eter

Me impresionó, como les habrá sucedido a todos los que lo conocieron, escuchar la noticia acerca del fallecimiento de David el Negro Guerrero, una de las mejores voces de Radio Universidad de Guadalajara y un entrañable amigo. Sabía que estaba enfermo, que lo habían operado de la vesícula y que estuvo delicado, pero confiaba en que su energía y juventud lo sacarían adelante y pronto lo encontraría por ahí, quizá echándose un trago, y me saludaría con su habitual efusividad.

 No conozco su biografía, sólo sé lo que recuerdo de mis encuentros con él en distintos sitios, y sus amenos programas en la radio, desde "El fonógrafo" hasta "La cuenta de los guías, contemplaciones contra el tedio".
 Amiguero, entusiasta, interesado en todos los aspectos de la cultura, el Negro tenía un buen bagaje de información. Impulsaba y difundía todas las actividades artísticas, y ponía especial énfasis en la danza, la que consideraba insuficientemente atendida y valorada. 
Vivía por y para la radio; lo recuerdo en los elevadores del edificio administrativo de la UdeG practicando con su herramienta fundamental: la voz. Sé que dio algunos cursos y preparó gente en la locución, particularmente en Lagos de Moreno, donde contribuyó a darle forma a la radio del centro universitario de esa localidad. La radio era su pasión.
Hombre sin dobleces, el Negro decía lo que pensaba y no se andaba con hipocresías. Como trabajador universitario, estaba a merced de los vaivenes políticos y cambios administrativos. Fue premiado y castigado, como muchos otros. Roberto Castelán, rector del Centro Universitario de Los Lagos, lo invitó a hacerse cargo de la estación radiofónica de aquella zona, y me consta que lo hizo bien. Luego, fue invitado a dirigir la red de radio de la UdeG, donde, según me llegó a contar, tuvo sus encontronazos con distintos funcionarios. 
Envuelto en la vorágine de la destitución de Carlos Briseño como rector general, se le quitó el cargo y lo volvieron a su nombramiento de base; más aún, lo alejaron de los micrófonos y como castigo le encargaron la producción de un programa deportivo sabatino, tema absolutamente alejado de sus intereses y conocimientos. Pero no se arredró y continuó cumpliendo con su chamba. Como es obvio, sus ingresos se redujeron y se vio en la necesidad de vender parte de su colección de pinturas. 
Posteriormente, en un gesto condescendiente y un tanto tramposo, las autoridades de la radio le propusieron hacerse cargo de la conducción del programa de las seis de la mañana, quizá con el afán de verlo incumplir por su afición a los reventones nocturnos; sin embargo, no falló y fue posible oírlo en "Los sueños del éter" hasta hace poco.
Un dato curioso es que en ese mismo horario y con otro programa estuvo Álvaro González de Mendoza, quien falleció no hace mucho. Tengo para mí que don Álvaro también estuvo castigado, al grado incluso de quitarle su programa. Coincidencia o no, Álvaro González de Mendoza y David el Negro Guerrero, dos de las mejores voces que se han oído por las ondas hertzianas tapatías y que mucho aportaron a Radio Universidad, compartieron el mismo rincón de los castigados y desafortunadamente ambos fallecieron. Seguramente la fauna directiva universitaria se desgarrará otra vez las vestiduras y organizará homenajes en honor del Negro, tal como lo hicieron con don Álvaro. Pero el Negro sabe, allá donde esté, que la enorme legión de amigos que hizo está verdaderamente triste por su partida, lo extraña de verdad y le desea un buen viaje y un buen descanso, de todo corazón.
Javier Ramírez 30/10/2009

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