jueves, 15 de julio de 2010


  La Carreta y los Bueyes.....

Por Rodrigo Sánchez Sosa

El Carretero…

Bienvenidos amigos lectores. Los mejores deseos de un servidor para cada uno de ustedes. Resulta por demás redundante insistir sobre tópicos desgastados en otros medios locales, que no reparar en el insulto fácil para señalar los errores, omisiones o corruptelas del ayuntamiento aquí en Sayula. Resulta vulgar y de mal gusto que a los funcionarios públicos se les señale con motes degradantes y lo que es peor, que se les insulte utilizando su modo de vida u oficio de forma peyorativa. Uno se pregunta, qué gana la opinión pública, la ciudadanía, con ello; que avanza el oficio periodístico local con esas vulgaridades, con esos señalamientos grotescos (si el fin único es el incremento de las ventas vía el amarillismo, se explica...). Es en el supuesto de que aquellos que incurren en un atentado contra el interés del pueblo, deben ser exhibidos y ridiculizados, donde se sustenta este circo. Eso no tiene que ver con una práctica sana del periodismo. El oficio del periodista tiene que ver con hacer pública información de interés común que implique la violación de la ley, por parte de autoridades o particulares en perjuicio de la ciudadanía. Pero el periodista no puede tomar su oficio como juez y parte, las evidencias, la información sustentada se expone públicamente, para el efecto legal, ético o moral que corresponda. En nuestro caso como municipio, los juicios sumarios que hacen algunos medios locales de "hechos", que nuca pueden demostrar del todo, implicando a personas a las que previamente insultan y hacen objeto de humillación pública, es una practica perversa del oficio. Esto se da por una razón muy simple: IGNORANCIA. Existe una pobre preparación en el medio local, y un peor criterio a la hora de abordar la información que se produce. Aunque también existen ciertos vicios y costumbres equivocadas de quienes a esto nos dedicamos. Ciertamente el periodismo es el cuarto poder hoy por hoy, pero esto implica responsabilidad, algo que no entienden muchos compañeros en Sayula. Solo a un profesional se le puede pedir ética en su oficio, a los demás se les exige calidad moral cuando hacen juicios sin más sustento que su opinión profana. Lo común, y cobarde, es esconderse en la bola, tirar la piedra y esconder la mano, que el abogado, el maestro o licenciado, uno o todos, del consejo editorial, avalen irresponsabilidades en los juicios de apreciación, insultos y falsas acusaciones. Pero también existe el aval que da a estas actividades licenciosas la opinión común, mal informada y manipulada de una mayoría irracional. Lo cual cierra la pinza en un círculo vicioso de desinformación con el consiguiente efecto sobre la vida pública en el municipio. Tenemos, sí, el gobierno, pero también los medios que merecemos…
Defendiendo al Lobo; los giros restringidos y el abogado del diablo…
 Se ha generado una controversia con respecto a la opinión aquí expresada en cuanto al horario restringido de los negocios que venden bebidas alcohólicas en el municipio. Se ha dicho que un servidor ha hecho una injusta apología del vicio y la vida licenciosos en Sayula. No es exactamente la intención de lo que aquí escribí al respecto, según lo percibo. He tratado de poner en relieve la parte que el puritanismo local en este y otros casos ignora desde su doble moral. Para ejemplificar; esto es de la vida real, como dicen en la tele, omitiendo claro, los nombres de los actores de ésta historia que sucedió en el municipio: Resulta que la mesa directiva de padres de familia de prestigiada escuela de la localidad, al frente del cual estaba un conocido personaje público fuertemente comprometido con la visión conservadora de un sector de la sociedad y, además conocido político del principal partido de derecha en el municipio, obviamente vinculado también a la actividad del clero conservador en Sayula; dio en honor de la directiva del plantel, una comida en local particular, celebrando una renovación de la administración. Una vez que se consumó el fin principal, al calor del mariachi, las copas le dieron sabor a la plática entre este personaje y el principal de los maestros. Dicen los espías, que nuca faltan, que aprovechando la ausencia de las esposas, los señores intimaron: el principal de los padres de familia pregunta al maestro qué le pareció el tequilita, "bueno, muy bueno" respondió el aludido. "A ver cuando vamos a Guadalajara a echarnos unas, ya ve que aquí no se puede, nos vamos por ahí a conseguirnos unas viejas en algún table, ¡pero que estén buenotas! …" reto el recatado y conservador sujeto, en voz baja evadiendo el oído de las esposas, pero sin percatarse del mesero. No sabemos si el aludido acepto la proposición indecorosa, y si ésta se consumó en la lógica de: Ojos que no ven, corazón que no siente. Hasta aquí el relato. A esto me refiero, una cosa es la que se predica, otra la que sea hace. Al referirme al consumo de bebidas alcohólicas y la vida nocturna en Sayula, lo abordo desde lo que es, no desde lo que debiera ser. La gente, nos parezca o no, bebe, sale a divertirse y relajarse los fines de semana, en el municipio o fuera de él. Independientemente de la oferta, existe una demanda de lugares para satisfacerla. Esto conlleva un problema para la autoridad que está obligada por ley a cuidar la seguridad de las personas, verificar que la ley en este sentido se respete, que no se ponga en riesgo la integridad del ciudadano, pero sobre todo que tal actividad no repercuta negativamente en la comunidad. Pero y a pesar de todo esto, nada tiene que ver con la moral, menos si tipos como el del relato de arriba imponen su doble moral, prohibiendo a otros lo que él hace a escondidas. Las personas hacen lo que hacen, nos parezca o no, si esto no esta fuera de la ley, no debería restringirse en un país libre la decisión de cada cual a beber o no, y a otras cosas que escandalizan a los hipócritas. Seguramente los giros restringidos por su naturaleza requieren seguridad especial, que debe ser responsabilidad de los dueños de los establecimientos, pero antes que nada de la autoridad. Cerrar los giros como irresponsablemente se está haciendo en Sayula, potencia como ya lo hemos dicho hasta el cansancio, los peligros para los parroquianos, por lo muchas veces aquí expuesto. El reglamento municipal al respecto, que restringe los horarios, debe ser revisado, la ciudadanía consultada. Que los padres digan si les parece que la disco cierre a las 11 pm, sabiendo que sus hijos con una cervezas de más puedan optar por salir a carretera a otro municipio para seguir la parranda. Claro que se les puede prohibir, pero seamos honestos, si tienen la edad de beber, puede apelar a la misma lógica para hacer caso omiso de la recomendación paterna. Esto es una realidad, el reglamento municipal es una fantasía perversa de los conservadores locales, cuyo aval moral, ya lo vimos, es por lo menos dudoso. Nadie, seamos también sinceros, se ocupa de la seguridad de todos los bebedores en la gran cantina que se convierte Sayula los fines de semana. La solución, (profe Carlos) sería que los giros restringidos fueran obligados por el reglamento municipal a cuidar al interior de sus negocios la integridad de sus clientes. Si la fiesta se termina en Sayula a la misma hora que en Ciudad Guzmán, y el servicio es de la misma calidad, se ahorran riesgo en carretera y, se frena la fuga económica que esto representa; se crean y mantienen fuentes de empleo, y se incentiva la inversión, nos guste o no nos guste, que todo esto implica. El personal profesional que está llegado con las agro empresas, jóvenes todos, demandan este tipo de servicios, y la oferta debido a las restricciones es pobre y escasa, perdiéndose redituables inversiones y empleo para la gente. El centro histórico de Sayula no puede seguir siendo coto de poder de algunos clasistas conservadores amparados en la moral caduca del reglamento municipal. Pongamos a trabajar nuestro centro histórico, con una vida nocturna competitiva que reditúe ganancias económicas para todos, vía impuestos y empleos. Sayula no puede seguir siendo rehén de terratenientes y hacendados (al menos mentales), que emulando las glorias de la colonia quieren vivir en el centro histórico en un vergonzoso apartheid. ¡Ya basta de que la gente pague sus comodidades anacrónicas clasistas, y su doble moral! Y ahí se ven, porque ya me trae la policía en jaque…
PD (…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario