martes, 9 de julio de 2013

Emilio según Cervantes
Por Federico González Alfaro
Cervantes era un genio, trataba de enriquecer nuestra lengua con el agradable y precioso tesoro de la elocuencia. Deseaba que los viejos libros se oscurecieran a la luz de los nuevos.
El utilizar el ingenio de Cervantes para describir hechos y personajes actuales puede molestar a más de algún virtuoso de nuestro bello lenguaje, pero, puede divertir a más de algún ignorante como su servidor.
He comunicado mi intensión de hablar de Emilio González con hombres apasionados a esta leyenda, doctos y discretos, también he hablado con otros ignorantes que solo atienden al gusto de oír disparates, de todos he hallado una agradable coincidencia. Es una delicia hablar de este bufo personaje.
En estos tiempos, la rueda de la fortuna de Emilio anda más lisa que la rueda de un molino, cada uno es hijo de sus obras.
Si comparamos a nuestro personaje con sus colaboradores, por qué me parece que, cual más, cuál menos, todos son una misma cosa y no tiene más este que aquel, ni aquel que el otro.
Todos tienen en si fealdad y descompostura, así hayan estado en el SIAPA, en la organización de los panamericanos, etc., no nos pueden causar contento alguno.
Ahora que el la auditoria superior los va a investigar. Mañana, hoy y ayer nos dirán cosas de mentira, por que así, no están obligados a mirar  delicadezas de miles de millones y verdades tan grandes como el estado.
En su periodo se encargo de mentir, trato de manipular la información mejor cuanto más se pareciera a la verdad. Tanto más le agradaba decir estupideces cuanto más tenían de dudosas e imposibles.
Lo cierto es que se la daba de valiente y comedido cuando era un borracho, bárbaro y fanfarrón.  Ahora que tiene el fuego cerca del trasero, espero vivir lo suficiente para gozar de tan singular juicio.
A estas horas, Emilio ha de estar queriendo transformarse en un nigromante, si no en la mismísima ánima de Sayula, así que tengan cuidado, no le dejen la cuerda muy floja.

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