sábado, 5 de septiembre de 2015

LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sánchez Sosa

Es posible que uno de los lastres que como país históricamente remolcamos sea el complejo de inferioridad. El mexicano o la mexicanidad es, según planteaba Octavio Paz el siglo pasado, una identidad en construcción que no termina de concretarse, nos hemos negado y perdido, nos hemos aceptado y encontrado a lo largo de nuestra historia innumerables veces dice el poeta y premio nobel en sus ensayos sobre la identidad del pueblo de México.
   Del recuerdo de la búsqueda de un pasado glorioso, que se proyectaba en el presente como molde y destino durante el imperio azteca, a la reconstrucción cosmogónica de un universo ritualmente desmembrado por la conquista, hasta la promesa siempre ilusoria de una modernidad que nunca llega, el mexicano se encuentra y se pierde así mismo en su propio laberinto.
    Y arrastrando lastimosamente tras de sí, por esos oscuros y cienosos  pasillos, su inseguridad, su no saber exactamente quién es o qué es (europeo, indígena, medio africano o una mescla de todo que sabe a nihilismo trágico cuando se ahonda en tal misterio), se siente confundió, igual cuando se le ensalza que cuando se le humilla por su origen.
  El caso claro hoy es la agresiva política anti mexicana de uno de los precandidatos del partido republicano en Los Estados Unidos, Donald Trump, que ha sucintado una serie de reacciones tanto en aquél país del norte como en el nuestro, por sus declaraciones, que explotan todos los estereotipos negativos que en Los Estados Unidos se tiene del mexicano para usarlos como promoción en campaña de la búsqueda de la candidatura de su partido a la presidencia de Estados Unidos.
    El mismo estado mexicano ha expresado su rechazo a tal actitud del poderoso empresario Trum, e incluso ha considerado, expresándolo en voz de uno de sus miembros principales que, al final, el señor Trump se disculpará con el pueblo de México y todo quedará en publicidad electorera. Nótese con esto, el reflejo de la inseguridad y endeble sentido de la identidad en el propio gobierno de México al demostrar un carácter tan timorato ante ataques públicos que merecían más que un débil rechazo y  vergonzosa justificación de los mismos.
   Ahora bien, pero ¿Qué hay realmente tras estas declaraciones del señor Trum? ¿Son mera bravata que busca el voto del ciudadano común gringo, xenófobo e ignorante? El problema con el conservadurismo estadounidense es que en lo general no ha sido particularmente inteligente, éste partido gringo, el republicano,  fue y es un partido formado por empresarios, anti-intelectual y xenófobo; sin embargo, hay una elite republicana, surgida allá por los años sesenta, responsable de las políticas imperialistas del  gobierno de Los Estados Unidos desde entonces; la cual sí posee una Filosofía política, y su arrogancia e intolerancia evidencian una fuerte convicción de ser dueños de un realismo y una verdad de la que carecen otros conservadores (por ejemplo, los patéticos cubano-americanos de ese partido).
  Estos neoconservadores republicanos tienen un origen común en sus convicciones: la filosofía política del Filósofo alemán Leo Strauss, quien abandonó Alemania en 1938 y enseñó por muchos años en la universidad de Chicago (no es coincidencia que la doctrina  económica que predomina hoy en el mundo: el neoliberalismo, surgiera de esta misma universidad). "Strauss creía que las verdades esenciales sobre la sociedad y la historia Humana, deberían estar en manos de una elite, y ser ocultadas a otros que carezcan  de la fortaleza para manejar la verdad.
    La sociedad, pensaba Strauss, necesita de mentiras consoladoras. Él sostenía  que la filosofía es peligrosa (De ahí que el "inteligente" sistema mexicano de educación pública influenciado por le neoconservadurismo-neoliberal-gringo, haya retirado las clases de filosofía del nivel medio superior en todo México) porque cuestiona las convenciones de las cuales depende el orden civil y la moralidad de la sociedad, esto implica promover un nihilismo destructivo.
   De acuerdo a Strauss, el relativismo moral de la sociedad estadounidense moderna evita que esta identifique a sus "enemigos"; tal como la tolerancia del extremismo en la Alemania de los años treinta del siglo pasado permitió el surgimiento del partido Nazi (¡Adivino, amigo lector, Strauss era judío). La crítica intelectualmente poderosa y sofisticada de Strauss al liberalismo post iluminación, ubica a Los Estados Unidos de América como el caso más avanzado del liberalismo en el mundo, y, por lo tanto, el más expuesto al nihilismo."  (William Pfaff , Internationla Herald Tribune; 21 de mayo 2013)
     En otras palabras cuando todo se vale, nada tiene valor; cuando todos valen lo mismo, nadie vale nada; en una lógica de contraste Strauss remite a Maquiavelo, dándole la razón: Existe una jerarquía natural del ser humano; los gobernantes deben restringir la investigación social libre y explotar la mediocridad y vicios de la gente común a fin de mantener en orden la sociedad. Y por su puesto, remite al igual a Platón, al Platón "real" como lo llama Strauss, no a la versión neoplatónica y cristiana de éste: "Igualdad para los iguales"; "sólo los aristócratas tienen derecho a gobernar"; "el derecho natural implica la jerarquía social y sumisión de los débiles e ignorantes". Esta verdad, considera Strauss, es demasiado dura para el común de las personas y se deben decir mentiras acerca de la naturaleza de la realidad política. La elite política debe reconocer la verdad y guardarla para sí misma, en ello estriba su poder. Todo lo anterior engloba la atracción que sienten los neoconservadores estadounidenses por la filosofía de Strauss.
Esta filosofía oscura y anti-utópica, va en contra de todo lo que quieren creer los estadounidenses comunes: contradice la sociedad democrática moderna, contradice a los mismos conservadores gringos que intentan "democratizar al mundo entero" (especialmente al musulmán) y establecer un dominio internacional estadounidense; cosas descaradamente utópicas. Por su puesto que Strauss que murió en 1973, no estaba de acuerdo con ello, para él "Ningún ser humano, ni ningún grupo de seres humanos puede gobernar justamente a toda la raza humana". El atractivo de Strauss, para los neoconservadores gringos, como seguramente podríamos calificar a Donald Trump, está en su elitismo político racionalizado que oculta la verdad de aquellos que no la podrían manejar, disfrazándola de mentiras y explotando la mediocre y mísera visión del mundo de las masas, exacerbando estereotipos para señalar al "enemigo" o los "enemigos" disipando así el nihilismo consecuente de la sociedad liberal de consumo y mercado que llaman "mundo libre" o "democracia occidental".
¿Pero por qué el mexicano como objeto de tal señalamiento (enemigo, indeseable, problema)?, por su vulnerabilidad e inseguridad entorno a su identidad. Mientras los afroamericanos, otra de las "minorías" étnicas en ese país, con un fuerte sentido de identidad desarrollado en los años 50 del pasado siglo con gente como Luther King o Malcom X, hoy se unen contra el racismo en el sur de Los Estados Unidos, exhibiendo mundialmente al estado yankee, parte de la sociedad gringa , su elite gobernante  y sus fuerzas de seguridad, en su  criminal espíritu de segregación  tardía; los mexicanos, y su tradicional identidad a medias, se pelean entre ellos, en su mayoría, para ver quién es el más gringo, cuando viven allá; y en México entre más occidentales parezcan, más orgullosos y seguros se sienten los mexicanos, en su laberinto de desencuentros. Un pueblo cuya identidad es tan ambigua, no puede reconocer cuando lo poco que tiene se le arrebata injusta y criminalmente; pero, sí pone el grito en el cielo cuando alguien, así sea un payaso fundamentalista del neoconservadurismo gringo, se atreve a insultar esa dudosa identidad creada por una elite político-corporativa mexicana que gracias ello  se ha eternizado en el poder: ¡Patético¡ ¿No cree?

No hay comentarios:

Publicar un comentario