domingo, 20 de septiembre de 2015

                 LA MANO DEL METATE
Por Hugo Rodríguez Vázquez
La partidocracia, el enemigo a vencer

Ahí está el enemigo de todos los mexicanos decentes, que somos la inmensa mayoría, frente a nosotros, todos los días, con su total desfachatez: es la partidocracia, la que precisamente ahora, para citar un ejemplo, está muy metida en la tarea de ir derribando en un plazo muy corto los puentes que ella misma, en insólito acto de congruencia, había construido, como son las medidas legales para las candidaturas independientes, que de por sí ya eran difíciles de cumplir. Ahora, ante la vista de algunos triunfos importantes, como es el caso de la gubernatura en el estado de Nuevo León, la partidocracia recula, sin ningún pudor, como lo hace con todo lo que  puede afectar sus privilegios.
A la carrera, antes de que se vengan las elecciones del próximo año, que afectarán a 12 estados del país donde se elegirá gobernador, la partidocracia está elaborando a marchas forzadas leyes "antibronco", las cuales impedirán o harán sumamente difícil, que ciudadanos independientes puedan aspirar a puestos de elección, ya que los requisitos son casi imposibles de cumplir, como en Tamaulipas, Chihuahua, etc., donde se establece la condición, entre muchas otras, de reunir firmas de por lo menos el 3 por ciento del electorado. El aparato gestor de estas canalladas contra la sociedad, la abyecta partidocracia, ya logró que la suprema corte de justicia otorgue su visto bueno a semejantes atropellos al dar por legítimas dichas modificaciones legales.
La partidocracia corrupta es excluyente por instinto, no quiere mayor reparto del botín que obtiene con sus continuas atrocidades contra los bienes públicos y contra la democracia. Es posible ingresar a la partidocracia, ciertamente, ser parte de sus filas, siempre y cuando se sea un profesional de la mentira, tener "verbo" y saber seguir la corriente a los de arriba, aprenderse rápido el código de valores entendidos, los cuales contienen la receta para adquirir "membresía" y alcanzar fortuna.
La partidocracia es el vampiro de la sociedad, le chupa la sangre todos los días, es totalmente parasitaria. Nunca tiene en mente hacer algo bueno por el pueblo del que vive. Su labor principal es adecuar continuamente el aparato jurídico, legal, para mantener funcionando la farsa electoral que la legitime, para impedir la rendición de cuentas y para asegurar una creciente prosperidad a los ya prósperos, que pueden constituirse en un enemigo formidable si no se priorizan sus pretensiones. Teniendo como aliados a los más ricos, la partidocracia se asegura aguas tranquilas para navegar sin sobresaltos.
 El gobierno, su brazo armado, funciona como el bombero que apaga cualquier conato de incendio, es decir, de protesta o inconformidad. La partidocracia ve al grueso de la sociedad como un rebaño que hay que mantener apaciguado, con ese objetivo, usa parte del dinero público, a través del gobierno, para elaborar programas o "políticas públicas" que lleven recursos económicos a los sectores más empobrecidos, que suelen estar en el umbral de la desesperación y de la rebelión. Estos recursos se aplican en forma de rocío, de un rocío "benefactor" que humedece y enfría las zonas más calientes e impide o atempera la inconformidad, pero no hace germinar desarrollo en ningún lado, por el contrario, genera pobreza crónica y mayor dependencia del gobierno. Una lamina por acá, un saco de cemento por allá, una pantalla de tv para ver las novelas de la gaviota, etc.
El presupuesto del país es suficiente para lograr desarrollo verdadero, de largo plazo, pero se queda untado en las manos de la partidocracia, entre los laberintos burocráticos, entre el pululante ejército de "consultores", despachos de asesoría, etc. En el país se pierde, a causa de la corrupción y de los altos costos operativos del estado parasitario, más de dos tercios del presupuesto, según estudios de organismos particulares especializados o incluso de algunos partidos cuando realizan ficticia labor de oposición para presionar en busca de mayores prebendas.
Cualquier propuesta de ley o de reforma, cualquier acción pública, que se origine en la partidocracia, o en sus estructuras enquistadas en el gobierno, como el poder legislativo federal y estatal, entre otros, ya viene congénitamente podrida o emponzoñada, como las reformas electorales, las reformas energéticas, educativas, laborales, entre otras, o bien, si se trata de una reforma reclamada exhaustivamente por la sociedad, como las relativas a la lucha contra la corrupción, se aprueban y se les sepulta de inmediato en la tumba del olvido, como también sucede con otras leyes que se aprueban y nacen ya muertas, como es el caso de la ley contra el calentamiento global, que se aprobó por unanimidad, ya que la partidocracia siempre aprueba por unanimidad y se santigua y da golpes de pecho ante lo que ignora pero sabe que es tema sagrado, como todo lo relativo al medio ambiente y a la sustentabilidad, temas que si los aplaude le reditúan simpatías y no le representan peligro alguno.
A nivel mundial, México fue el primero en aprobar, oportunistamente, una ley anti calentamiento global, se aprobó sin quitarle ni ponerle ni una coma, es decir, sin discutirla en absoluto en las comisiones respectivas del congreso, hace ya varios años; inclusive tenemos quizá la mejor ley ambiental del mundo, pero también tenemos el río más mortal del planeta, el Río Santiago, playas, lagos, ríos, que son verdaderos albañales, profuso comercio ilegal de especies en peligro de extinción, saqueo inmisericorde de bosques y selvas, y un montón de cosas más que serían una vergüenza para un país civilizado, pero que no inmutan en absoluto a la partidocracia, cuyo deber, entre otros, es ser garante moral ante la sociedad de lo que sus miembros en el gobierno aprueban; no lo hace porque vive atrapada en su negro pantano de mentiras y corrupción, perdida en pugnas banales, preocupada en proteger sus privilegios y proteger también a un gobierno que es garante del pacto de impunidad, cuyo sello es una inmoralidad sin precedentes y que goza de un repudio generalizado ya irreversible de toda la sociedad.
NOTA: Estas opiniones involucran a los siguientes partidos: PAN (Partido de los Ambiciosos Notables), PRI (Partido de los Rateros Impunes), PRD (Partido de los Rateros Disimulados), PANAL (Partido Nalgón), PVEM (Partido de los más Vendidos y Envilecidos Mentirosos).

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