martes, 10 de octubre de 2017

Profecías desde un mundo caníbal en decadencia o el nuevo Nostradamus.
Por Rodrigo Sànchez Sosa

Vivimos uno de los tiempos más oscuros de la humanidad, estamos al filo del colapso de una era, la del capitalismo. El capitalismo occidental como sistema económico-político emergió en occidente en el siglo XV. Aunado al renacimiento, y con este, puso fin a una era de mil años de feudalismo en Europa. El primer capitalismo fue mercantil, Europa se extendió por todo el mundo conocido gracias a sus mercaderes, llegó a India, China, más allá que Alejandro Magno. Luego de sacudirse a los moros de las costas de mediterráneo, el último reducto del feudalismo la España monolítica y católica, inesperadamente descubrirá América, y nuestro continente financiará la siguiente etapa del capitalismo europeo que para el siglo XVIII y luego de la derrota política de las monarquías gracias al liberalismo, se volverá industrial; en el siglo XIX será financiero y finalmente entrará en su última etapa, la globalización, luego de dos guerras mundiales y la derrota del comunismo, en el siglo XX. Vivimos, en el siglo XXI, el capitalismo tardío.
¿Qué significa esto? pues que el sistema enfrenta sus mayores contradicciones y se resquebraja por todos lados. Sin embargo, esto no quiere decir que esté muerto. Tal como el feudalismo en el siglo XVI, las grandes instituciones de este sistema moribundo siguen ordenando el mundo y el pensamiento de las masas. Parecería que el sistema es inmortal, eterno, que no hay opción, que sólo es una etapa más de reformas al sistema que sostiene el mundo entero,  pero no la muerte de este; más en los países donde surgió y se beneficiaron de esta forma económica (Europa, y los EUA). En el siglo XVI el liberalismo estaba muy lejos de ser tomado como la ideología dominante en el mundo occidental. El país que controlaba el imperio más grande del mundo, con el descubrimiento de América, España, era el último reducto del pensamiento Feudal y sus instituciones políticas, una monarquía tradicional enemiga del pensamiento liberal y el protestantismo. Sin embargo, las nuevas formas de producción, distribución y financiamiento, así como el pensamiento liberal implicado terminaron por usar esa antigua maquinaria obsoleta del imperio español, para fortalecerse. España como el viejo cacique Rulfiano frente a los nuevos tiempos pasó a ser un extraño en su propia casa: Alemania, Francia e Inglaterra, capitalizaron sus ganancias en el Nuevo Mundo dada su obsoleta forma de producción, distribución y financiamiento feudales. El oro, plata y trabajo de los nativos de América financiaron la industrialización de los países liberales de Europa y hasta el día de hoy, los bancos europeos (los Rodchild, prestamistas del imperio español durante la colonia), tienen en sus arcas el producto del saqueo de los pueblos americanos. En cambio, Europa exportó a América Latina e indígena su pasado feudal: el catolicismo ortodoxo, las formas de autoritarismo, la ignorancia y el despotismo corrupto de elites aristócratas de terratenientes, militares y alta jerarquía clerical.
Así también el capitalismo no se ira del todo, aunque tampoco podrá parar su decadencia y paulatina desaparición. Su religión: la democracia liberal, el individualismo y su doctrina de la ganancia a cualquier costo tardarán en desaparecer aun ya implantando la nueva fase de organización económico-social e ideológica del nuevo sistema. Tal como las grandes catedrales católicas hoy, sitios oscuros y abandonados en los países capitalistas de primer mundo y aún con presencia y poder, cada vez menos, en los países pobres del imperio capitalista; las instituciones democráticas, financieras y mediáticas hoy tan poderosas y aparentemente invisibles, no serán más que restos oscuros de un pasado que sólo funcionará en lugares donde el atraso y la ignorancia no permite a las personas acceder al nuevo paradigma post capitalista. Veremos al capitalismo entonces como vemos a la edad media hoy, como una barbarie irracional. La contaminación del planeta como las cruzadas. Las guerras por la libertad y la democracia del imperio gringo hoy, nos parecerán en ese futuro, lo que actualmente nos parece el actuar de la santa inquisición y la quema de brujas en los países protestantes. Las drogas de hoy nos parecerán como las pestes del medioevo, producto de la ignorancia, la ambición y la falta de higiene de los analfabetos funcionales del capitalismo hoy. El mercado de consumo, las modas, el culto a la imagen, el dinero y los lujos; nos parecerán lo que hoy el cristianismo medieval. Las redes sociales, los video juegos, el culto al cuerpo (GYM), los estereotipos de belleza occidental (Blancos, altos, delgados y de ojos claros) y el deporte profesional; nos parecerán lo que hoy los mitos medievales de dragones, duendes, diablos, espadas mágicas, castillos encantados, cuentos de hadas y torneos de caballeros con armaduras y vidas de santos. La clase política de hoy nos parecerán como la jerarquía católica de papas, obispos, cardenales, monjes y misioneros del medioevo. Habrá quien aún quiera conocer para ese futuro, la Casa Blanca y al presidente de los Estados Unidos, que para entonces sea sólo un lugar pequeño con influencia en el sur de los Estados Unidos entre campesinos blancos, pobres e ignorantes, así como en otros lugares del planeta donde una minoría blanca e ignórate siga guardando culto a la Diosa democracia-liberal y a su sacrificado hijo el capitalismo fascista y racista, soñando con visitar el capitolio y rendir culto a sus símbolos, conspirando contra el sistema imperante de distintas formas añorando el pasado. Tal como hoy el Papa, el Vaticano, la Basílica de San Pedro, la iglesia católica y muchos católicos hacen contra la burguesía liberal y su liberalismo protestante. La utopía de un cambio radical que borre este sistema bárbaro de la tierra, que rinde culto al dinero y al individualismo, de una vez y por todas; la realidad del mundo hoy, la desmiente. Allí está Trump en EUA y la vuelta al racismo; el fascismo en Europa; la represión de las masas por el autoritarismo democrático liberal español en Cataluña, el paraíso del crimen organizado (o capitalismo extremo) en México y América Latina; el resurgimiento en Asía de una variante del capitalismo en una burbuja emergente tan fuerte como volátil; la nueva invasión de Europa por del islam fundamentalista. Pese a ello, el cambio de paradigma se dará y el capitalismo será condenado al lugar al que él condenó al régimen feudal y su mundo, el centro del mundo cambiará en base a un descubrimiento tan impactante y decisivo para la historia de la humanidad, como el descubrimiento de América (y no me refiero necesariamente al contacto con una civilización extraterrestre). Sólo los ignorantes, los marginados y los bárbaros del futuro seguirán añorando y viviendo marginalmente el mundo caníbal que vemos hoy agonizar como paradigma absoluto:
"Un plato de comida, un libro o al prójimo; sin importar nada ni nadie, el ser humano devora todo a su paso. Este comportamiento se basa en la necesidad natural de retener todo lo que sea posible para su beneficio. Por ello, el canibalismo es la explicación perfecta y metafórica para entender por qué y cómo el hombre se come a sus semejantes para nutrirse de sus conocimientos y para arrebatarle sus pertenencias...la asimilación del otro para una mejor comprensión del mundo. Viéndolo desde este punto, el canibalismo no suena tan mal; es decir, la idea de obtener lo mejor de los demás para enriquecer la cultura de un país o la propia es un ideal digno de perseguir. Sin embargo, el egoísmo -aún más natural que cualquier otro sentimiento- conduce al ser humano a convertir esa "retroalimentación" en un obstáculo o una desventaja para los que lo rodean. Aunque se cree que ese egoísmo consumió a la humanidad a partir de la Revolución Industrial y la competencia producida a todos los niveles, lo cierto es que dicho comportamiento ha existido desde siglos antes dentro del código genético del ser humano. Éste es conocido como "wetiko" por el pueblo algonquin de Estados Unidos y "windigo" por los ojiwa en Canadá. Quienes retoman el egoísmo como un virus o espíritu parasitario que hace creer a sus huéspedes que sólo se puede llegar a un verdadero bienestar después de haber robado la energía y sabiduría de otra persona.
Para creadores como Jack D. Forbes, autor de Colón y otros caníbales, la historia de la humanidad bien puede resumirse en una gran epidemia de wetiko que ha durado poco más de 2 mil años. A partir de esta teoría es preciso preguntar: ¿Cuánto tiempo nos queda antes de que terminemos por devorarnos, literalmente, los unos a los otros? Si bien estamos lejos de comenzar a comer carne humana, es decir, de practicar la "egofrenia" -como Paul Levy nombra a este virus en su libro Dispelling Wetico-, devorar animales para obtener una mayor cantidad de energía es totalmente normal. No obstante, los límites para el ser humano son prácticamente inexistentes, así que en cualquier momento la posibilidad de regresar a un estado primitivo -en el que el canibalismo es parte de la supervivencia- es sólo cuestión de tiempo.
Es cierto que el wetico, más que un virus ancestral, es una metáfora del egoísmo; más no es una razón suficiente para creer que todo va bien. Si miramos más allá de la sabiduría indígena que le dio nombre a esta enfermedad -misma que se extendió hasta nuestro continente con la llegada de los colonizadores europeos en su lucha por conquistar otros mundos-, nos encontraremos con un mundo que, en efecto, se está está hundiendo gracias a la incesante lucha por el poder y el conocimiento para controlarlo todo. Hasta ahora, según el filósofo Terence McKenna, la única forma de frenar la epidemia del wetico es crear pensamientos y mecanismos que nos permitan comprendernos como una humanidad y no como grupos enemigos. De esa forma avanzaríamos hacia los propósitos positivos de la antropofagia, mismos que propician la construcción de una sociedad más solidaria, en lugar de la destrucción." Diego Cera

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