viernes, 1 de agosto de 2014

Temas de Interés
Por Arturo Fernández Ramírez
Rechazados o ¿no admitidos en la Universidad?
Consultando la Enciclopedia Salvat, Edición 2004, entre las diferentes definiciones que da a la palabra "rechazar", se encuentra: "Fig. Denegar algo que se pide". Obviamente denegar significa "No conceder lo que se pide o solicita".
Por su parte "admitir" significa: "Recibir, dar entrada, aceptar, tener cabida". Por lo que si anteponemos el "no", tenemos lo contrario, es decir, "No Recibir, no dar entrada, no aceptar, no tener cabida".
Entonces, semántica o gramaticalmente pudiera existir una diferencia entre el "no admitir" y el "rechazar", pero para efectos prácticos para muchos pudiera significar lo mismo.
Todo lo anterior viene a colación muy a propósito del recién dictamen publicado el pasado 28 de julio por la Universidad de Guadalajara, en el que se calificó el proceso de admisión a dicha institución educativa para el calendario 2014-B y que iniciará el próximo 18 de agosto.
Como cada semestre sucede, nuevamente fueron miles, decenas de miles de aspirantes, los que fueron rechazados de nuestra alma mater.
Siguen siendo más los que no son admitidos que los que sí lo son.
Esta situación no es exclusiva de la Universidad de Guadalajara, sino de todas las universidades públicas del país. Hace poco la UNAM también publicó las respectivas listas de admitidos y de igual forma, decenas de miles quedaron fuera de las aulas universitarias.
Las autoridades educativas pretenden argumentar como primer punto de defensa que quienes no aparecen en la lista de admitidos no son rechazados, sino que simplemente se trata de aspirantes no admitidos.
Es decir, las autoridades universitarias quieren centrar parte de su justificación ante los rechazados, que no se les está rechazando de la Universidad, sino que solo no se les admitió.
Pero como vimos con antelación, para efectos prácticos es lo mismo, porque a los aspirantes se les está denegando su petición de ingresar a la un aula de la Universidad. Entonces, si rechazar significa denegar, es inconcuso que están siendo rechazados de una institución educativa.
Por lo tanto resultan pueriles dichos argumentos defensivos que esgrimen nuestras autoridades universitarias.
Lo que se debe hacer es reconocer las causas reales de la falta de espacios para dar cabida (admitir) y para conceder (no rechazar) la petición de todos los que aspiran a continuar sus estudios de preparatoria o profesional.
Y aquí se debe admitir desde la falta de un presupuesto suficiente para la educación pública (mejor se destina para más fobaproas o fobapemex), hasta los malos manejos o desvíos que lamentablemente suelen darse al dinero que se supone está destinado a la educación pública.
Es reprobable que se trunquen así las legítimas aspiraciones de quienes buscan la superación mediante el estudio.
Es reprochable que se violente así un derecho humano reconocido como tal en nuestra propia Carta Magna.
Es censurable que el gobierno esté en contra de la educación al no crear los espacios suficientes y necesarios para dar cabida a todo aquel que anhele contribuir al progreso de nuestra nación combatiendo la ignorancia.
Se comprueba una vez más que están muy distantes los huecos discursos de nuestros gobernantes y la realidad que cada seis meses viven quienes ven frustradas sus esperanzas de mejorar su calidad de vida mediante el estudio.
Rechazados o no admitidos en la Universidad, para el caso es lo mismo: se corta el sueño de estudiar. ¿O usted qué opina estimado lector? Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com

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