domingo, 19 de junio de 2016

LA POLITICA DESDE GAYOLA
Por Rodrigo Sànchez Sosa

En un mundo cada vez más confundido, siempre es necesario buscar la parte poética del hombre, la magia de la palabra y el consuelo de esta. Una de las deidades más importantes del México Prehispánico, parte del panteón Tzayulteco, fue Quetzalcóatl, ojala esto nos haga reflexionar un poco lo que estamos haciendo a la tierra y nosotros mismos. No más sangre.

ASI HABLABA QUETZALCOATL:

En la estación del año cuando las flores abren sus capullos y los campos comienzan a vestirse de verde, bajó de la montaña Quetzacóatl. Su cuerpo era esbelto como una caña y su barba resplandecía con los rayos del sol. Su vestido era una larga túnica y andaba descalzo. Sus ojos eran profundos y su mirada lejana, como distante.

Por tres días y tres noches anduvo como dormido por las calles de Tula, y vivió en sus plazas y miró a su gente, pero fue sólo al cuarto día cuando abrió la boca para hablar.
Y miró a los hombres y a las mujeres de Tula, y vio sus corazones, y en ellos vio mucha hambre de Verdad y muchas ansias de salir de la ceguera que les imponían las épocas pasadas y las tradiciones sin sentido. Y así les platicaba:

Pueblo de Tollan:
No he venido a decirles tan sólo palabras, que con el tiempo se esfuman y se borran como las hojas secas en invierno. He venido a darles vida con mi aliento ya animarlos en este tiempo, en que hasta la misma hermana Naturaleza, pronto se resistirá a dar fruto. No he venido a darles normas, ni a pedirles que crean hacia afuera, inundando de goce los templos y las plazas. He venido a decirles que su templo está en su corazón y que la oración es su trabajo y la entrega sincera que hagan hacia las necesidades de aquellos que son más débiles y los necesitan.
No he venido a prometerles grandes cosas, ni a llenarles de ilusiones el corazón ni de fantasías la cabeza. He venido a decirles que la puerta del Tiempo se ha abierto y ha dicho:

Hemos entrada al período en que el hombre tome con- ciencia de la Humanidad y se olvide de sí mismo para ser en todos sus hermanos. Benditos fueron y son aquellos que abren este camino y lo hollan con los pies descalzos de la humildad. Ellos siembran la nueva semilla que prepara a la Escuela del Mundo para acoger al Hombre Nuevo.
No he venido a sanar los cuerpos deformados por el tiempo y retorcidos por el dolor de la existencia. He venido a limpiar las alas blancas de las almas ya enseñarles a volar. A consolar y a dar fuerza, para que las cargas del sufrimiento se hagan más livianas.

Por aquellos tiempos los campos de Tula parecían un Paraíso, y eran muchos los peregrinos que venían a buscar en ella la Paz.

Algunos buscaban el consuelo de sus corazones y el aleteo de sus espíritus porque el viento esparcía por los campos la voz del Enviado de los Cielos. Y otros llegaban y se postraban ante El esperando su palabra como si fuese la misma Estrella de la Mañana.

Más El los levantaba diciendo: Hijos de la Luna, no se confundan. No tomen este cuerpo mío por altar, porque no es merecedor ni tan siquiera de elevar el humo del copal. Mejor despierten los altares que duermen en sus corazones y límpienlos y prepárenlos para ofrecer sacrificios, y cuando se unan uno a uno todos sus sacrificios, verdad es que hasta el propio Padre Dios bajará halagado.

No se duerman en el egoísmo, porque es su mayor enemigo. Vénzanlo y se trascenderán como lo hacen las aves del cielo. Ellas no se preocupan de la comida ni de la bebida, ni atesoran para mañana....Hay muchos que guardan sus riquezas como si con ellas pudieran comprar la muerte. Y muchos son los que las malgastan, como si con ello pudiesen alargar la vida.
De verdad les digo que no son más que ignorantes, que no conocen la
Verdad. Y entonces uno de los que le escuchaban le preguntó: ¿Cual es la Verdad con respecto a esto?

De verdad te digo: Aquel que sabe que todo cuanto posee no es suyo sino del
Cielo, conoce la Verdad. Más aquél que da todo lo que tiene a los que lo necesitan, la realiza.
 
Era en el mes de Titil, estaban reunidos en torno al fuego en una casa, y El llegó adonde estaban ellos y tomando la palabra dijo:

Hermanos: que la Armonía, la Dicha y la Paz sean en sus corazones.
Se sentó entre ellos. Y Mochil que estaba ahí, vino y le preguntó: Quetzalcóatl, ¿por qué te has ido de nosotros y nos has dejado solos? Te fuiste y, contigo se fue el canto de los pájaros y la luz de los días en nuestras almas.
Quédate con nosotros para siempre, porque Tú eres la Luz que enciende nuestros corazones.

El la sentó a su lado y, tomándole las manos, le dijo: No dependas de nada que esté fuera de ti. En todo momento estuve contigo y no te abandoné. Eres tú quien no te has dado cuenta y me has buscado fuera, por las calles, en las plazas y los campos, sin encontrarme. Mientras, yo te esperaba en tu interior.
Y dirigiéndose a todos, les dijo: No sean como el ignorante que busca en la calle lo que perdió en su casa. No deberían necesitar imágenes ni estatuas para vestir a la Luz. Porque la Luz está en todas las cosas y de todas ellas se viste, sin embargo ustedes la confunden con sus vestiduras, y las toman por Ella, y de esta manera, Ella siempre se les escapa.
 Paz y Amor a todos los seres.
CAIATL ACOTL

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