viernes, 3 de octubre de 2014

Televisión prostituída

Por Federico Estrada Valera
Se ignora que sus fines son culturales
Una inversión de valores campea en los canales de la televisión. Solamente una minúscula proporción cumple su obligaciòn legal de contribuir a la educación, a la formaciòn de buenos ciudadanos y para contribuir a la conciencia cívica y social de la población.
Las concesiones federales que otorga la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), son y producen miles de millones de pesos a sólo dos beneficiarios que monopolizan esos poderosos medios.
Por supuesto que son parte del poder político, pues pueden y así lo hacen, elevar a los cargos más altos a los más ineptos e ignorar a los más idóneos y honestos ciudadanos.
Al margen del poder mediático, mucho ganaría el pueblo si por lo menos, esos medios le dedicaran siquiera la décima parte de lo que gastan en la difusión y promociòn del futbol, pues es notorio que se aprovechan de la gran afición para este deporte para armar docenas de escenarios cotidianos, en los que los grandes sacerdotes (comentaristas) se reúnen hasta 6 o más en cada mesa para analizar los partidos.
Casi se despellejan, por discutir si una jugada fue penalty o no lo fue.
Con actitudes de una solemnidad de doctores de la iglesia pontifican que fulano vale mierda porque estaba en fuera de lugar.
Su majestad el futbol relega mesas de discusiòn sobre secuestros, impunidad, moches, complicidad de funcionarios, etc.
Esos comentaristas serviles a las cadenas que los contratan, ganan elevados ingresos, viajan a otros países y son usufructuarios de lujo de los medios, muy altaneros y soberbios para halagar a los presidentes de los clubes, pero son sólo paleros del circo que el gobierno monta para ocultar el drama de 50 millones de mexicanos pobres, de otras tantas víctimas de policías cavernarios como los de Guerrero, que ametrallaron un camión con jugadores de futbol locales.
Ningún comentarista ni mesa de discusión se ha levantado para discutir y condenar tales atrocidades, les faltan pantalones y humildad y les sobra narcisismo.

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